Revista Cine
Crítica de TV: 'The Walking Dead' (Temporada 5: Parte I)
Publicado el 12 enero 2015 por Lapalomitamecanica
Los caminantes parecen tomar la senda correctaNota: 6,5
Hoy por fin podemos echar un pequeño vistazo a lo que nos tiene preparada la segunda mitad de la quinta temporada de The Walking Dead gracias a su tráiler recién salidito del horno y, aprovechando el tirón, nuestro experto televisivo (y fan de Arrow en secreto), Julen, nos trae sus impresiones acerca de lo que le ha parecido la primera parte, que os dejamos tras el salto junto con el avance (y no os olvidéis de comentar, que si hace falta le rebajamos piruletas del sueldo).
Lo dicho, la review de la serie de zombis más prolífica de la televisión, al cruzar el charco.
Tras la desastrosa cuarta temporada de The Walking Dead, me planteé seriamente abandonar la serie, una decisión siempre difícil, ya que, a diferencia de una película, invertimos mucho más tiempo y, en ocasiones, ilusiones que pueden verse truncadas en cualquier episodio por la pluma de un guionista chapucero. Hoy por hoy y en comparación a mis tiempos universitarios -menos exigentes, en todo-, soy más selectivo con las producciones televisivas; excepto con The Walking Dead, por la que siempre he sentido debilidad. Fue sencillo desapegarme de otras propuestas como Prison Break, Homeland o Banshee, ante la creencia de que jamás volverían a resucitar, en cambio, no he sido capaz de desentenderme de los caminantes y, por suerte, este primer tramo de la quinta temporada ha resultado ser un regreso a la buena senda.
A pesar de ser una serie que destroza audímetros y cuya existencia no es desconocida para nadie, por lo general siempre encuentro más detractores que defensores entre la audiencia. La controvertida granja abrió la veda ante un ritmo pausado que no fue del agrado de todos; no obstante, para muchos fue la estación necesaria por la que tenía que transitar la serie para alcanzar su identidad propia. La granja supuso la reconsideración de la condición humana, que sería clave en el devenir de los acontecimientos de la trama, convirtiendo a los caminantes en simples macguffins. Lejos de mejorar, sufrimos una errática tercera temporada que continuaría con una cuarta demencial. The Walking Dead había perdido su camino y con él la oportunidad de haber sido una serie de altos vuelos. Y es que la cuarta temporada no sólo resultó aburrida, sino que acabó siendo absurda por momentos y no disimuló los climas forzados con los que trataba de crear momentos impactantes, por no mencionar la innecesaria vuelta del Gobernador.
Sin embargo y contra todo pronóstico, TWD ha dado un giro inesperado y parece haber encontrado algo de luz en su travesía. Los primeros capítulos de este quinto año han sido los más tensos. Los habitantes de Terminus le han dado el punto macabro que la serie jamás había tenido y que le faltaba, más allá de tanta sangre y víscera. Esa nueva frontera traspasada por la supervivencia, junto a la ambientación anticlimática de falsa sensación de seguridad que ha proporcionado Terminus y sus eslóganes de fraternidad, han supuesto un constante sentimiento de incomodidad para el espectador, que, al fin y al cabo, de eso se trata. Los ingenuos supervivientes contados como cabezas de ganado y sus gargantas desgarradas, al tiempo que se hacía revisión de stock, han jugado con el miedo a lo que los ojos no terminaban de creer, como por ejemplo el maravilloso discurso que los comensales le han brindado a Bob mientras degustaban sus miembros amputados.
Quizás, muchos hayamos deseado cerrar el capítulo del canibalismo con la sorprendente irrupción de Carol -quién iba a decir lo que nos iba a acabar gustando este personaje- y posterior sentencia en la iglesia con la ejecución de los restantes amantes del estofado humano; sin embargo, el broche escogido ha sido una decisión del todo acertada, clausurando sensacionalmente ese capítulo que de alargarlo más, podría haber perdido tanto fuelle como el caso del Gobernador. Terminus se ha acabado y de nuevo el camino hacia la incertidumbre ha comenzado para Rick y el resto, sin olvidar a Beth, que para nuestra sorpresa, se ha revelado como un personaje clave con el que jamás hubiéramos contado.
La mayor parte del metraje de este primer tramo de la temporada, exceptuando Terminus, ha estado dividido en tres piedras angulares. Por un lado, parte del argumento ha recaido en las desventuras del fantástico Eugene, cuyo episodio ha sido el más divertido después de confesar ser un auténtico fraude, algo que olía de lejos con las pintas de nerd que se gastaba desde el primer minuto, pero que el cegado Abraham no supo ver, o quizás no quiso hacerlo como aliciente a su propia subsistencia. "Eugene es débil, solo cuenta con sus mentiras y engaños para poder sobrevivir. ¡Cómo vamos a juzgarle!" afirmaba Maggie como justificación para no esparcir los sesos del confeso Eugene. Vuelta a empezar, la posibilidad de un nuevo paradigma se desvanecía con la mentira de Eugene como un oasis en el desierto que jamás alcanzarán.
En segundo lugar, la trama ha transcurrido en la iglesia del aterrado párroco Gabriel. Lo que fue una granja y antes una cárcel, ahora es una iglesia. La mera imagen de un cura en pleno apocalipsis sin su rebaño ya crea recelo entre los supervivientes y en el propio espectador y con eso juega el personaje interpretado por Seth Gillian (ya en Oz, recordemos, le tocó hacer de perturbado). Al final, ha resultado ser el miedo y nada más su mayor pecado, sobre el que tendrá que hacer penitencia para enmendar su aflicción. Estamos ante un personaje sobre el que todavía nos queda descubrir si ha llegado a su tope o aún le queda algún turbio as guardado bajo la manga.
Y por último y por encima de todo, la historia se ha centrado en Beth, quien sorprendentemente se ha erigido como protagonista de esta etapa gracias a ese sacrificio ante una visión de desesperanza y esto es precisamente lo que ha mantenido el interés en el desarrollo del relato. La chica ha sido consciente de que no era posible atravesar el bosque sin dejar nada por el camino y quizás ella, el personaje más puro hasta la fecha, no podía asumir tal precio por mucho que todo ello se justificara con la supervivencia.
Por contra, el hospital no ha llegado a tener el punch que podría haber alcanzado, pero sí ha añadido cierta incertidumbre sobre otro nuevo intento por sobrevivir que ha acabado corrompiéndose. Lamentablemente, así como Terminus sí consiguió una atmósfera desapacible y trabajada, el hospital jamás tuvo personalidad alguna, al igual que sus secuaces, cuya finalidad ha resultado demasiado difusa.
Igual de borroso se presenta el futuro de la serie, que a pesar de haber presentado una mitad de temporada bastante aceptable que permite recuperar el tono de la historia, no termina de despejar las dudas que confirman que The Walking Dead no estaba herida de muerte, sólo algo comatosa. Tendremos que esperar al próximo 8 de febrero para responder a esa pregunta. Mientras tanto, os dejamos su tráiler.
Hoy por fin podemos echar un pequeño vistazo a lo que nos tiene preparada la segunda mitad de la quinta temporada de The Walking Dead gracias a su tráiler recién salidito del horno y, aprovechando el tirón, nuestro experto televisivo (y fan de Arrow en secreto), Julen, nos trae sus impresiones acerca de lo que le ha parecido la primera parte, que os dejamos tras el salto junto con el avance (y no os olvidéis de comentar, que si hace falta le rebajamos piruletas del sueldo).
Lo dicho, la review de la serie de zombis más prolífica de la televisión, al cruzar el charco.
Tras la desastrosa cuarta temporada de The Walking Dead, me planteé seriamente abandonar la serie, una decisión siempre difícil, ya que, a diferencia de una película, invertimos mucho más tiempo y, en ocasiones, ilusiones que pueden verse truncadas en cualquier episodio por la pluma de un guionista chapucero. Hoy por hoy y en comparación a mis tiempos universitarios -menos exigentes, en todo-, soy más selectivo con las producciones televisivas; excepto con The Walking Dead, por la que siempre he sentido debilidad. Fue sencillo desapegarme de otras propuestas como Prison Break, Homeland o Banshee, ante la creencia de que jamás volverían a resucitar, en cambio, no he sido capaz de desentenderme de los caminantes y, por suerte, este primer tramo de la quinta temporada ha resultado ser un regreso a la buena senda.
A pesar de ser una serie que destroza audímetros y cuya existencia no es desconocida para nadie, por lo general siempre encuentro más detractores que defensores entre la audiencia. La controvertida granja abrió la veda ante un ritmo pausado que no fue del agrado de todos; no obstante, para muchos fue la estación necesaria por la que tenía que transitar la serie para alcanzar su identidad propia. La granja supuso la reconsideración de la condición humana, que sería clave en el devenir de los acontecimientos de la trama, convirtiendo a los caminantes en simples macguffins. Lejos de mejorar, sufrimos una errática tercera temporada que continuaría con una cuarta demencial. The Walking Dead había perdido su camino y con él la oportunidad de haber sido una serie de altos vuelos. Y es que la cuarta temporada no sólo resultó aburrida, sino que acabó siendo absurda por momentos y no disimuló los climas forzados con los que trataba de crear momentos impactantes, por no mencionar la innecesaria vuelta del Gobernador.
Sin embargo y contra todo pronóstico, TWD ha dado un giro inesperado y parece haber encontrado algo de luz en su travesía. Los primeros capítulos de este quinto año han sido los más tensos. Los habitantes de Terminus le han dado el punto macabro que la serie jamás había tenido y que le faltaba, más allá de tanta sangre y víscera. Esa nueva frontera traspasada por la supervivencia, junto a la ambientación anticlimática de falsa sensación de seguridad que ha proporcionado Terminus y sus eslóganes de fraternidad, han supuesto un constante sentimiento de incomodidad para el espectador, que, al fin y al cabo, de eso se trata. Los ingenuos supervivientes contados como cabezas de ganado y sus gargantas desgarradas, al tiempo que se hacía revisión de stock, han jugado con el miedo a lo que los ojos no terminaban de creer, como por ejemplo el maravilloso discurso que los comensales le han brindado a Bob mientras degustaban sus miembros amputados.
Quizás, muchos hayamos deseado cerrar el capítulo del canibalismo con la sorprendente irrupción de Carol -quién iba a decir lo que nos iba a acabar gustando este personaje- y posterior sentencia en la iglesia con la ejecución de los restantes amantes del estofado humano; sin embargo, el broche escogido ha sido una decisión del todo acertada, clausurando sensacionalmente ese capítulo que de alargarlo más, podría haber perdido tanto fuelle como el caso del Gobernador. Terminus se ha acabado y de nuevo el camino hacia la incertidumbre ha comenzado para Rick y el resto, sin olvidar a Beth, que para nuestra sorpresa, se ha revelado como un personaje clave con el que jamás hubiéramos contado.
La mayor parte del metraje de este primer tramo de la temporada, exceptuando Terminus, ha estado dividido en tres piedras angulares. Por un lado, parte del argumento ha recaido en las desventuras del fantástico Eugene, cuyo episodio ha sido el más divertido después de confesar ser un auténtico fraude, algo que olía de lejos con las pintas de nerd que se gastaba desde el primer minuto, pero que el cegado Abraham no supo ver, o quizás no quiso hacerlo como aliciente a su propia subsistencia. "Eugene es débil, solo cuenta con sus mentiras y engaños para poder sobrevivir. ¡Cómo vamos a juzgarle!" afirmaba Maggie como justificación para no esparcir los sesos del confeso Eugene. Vuelta a empezar, la posibilidad de un nuevo paradigma se desvanecía con la mentira de Eugene como un oasis en el desierto que jamás alcanzarán.
En segundo lugar, la trama ha transcurrido en la iglesia del aterrado párroco Gabriel. Lo que fue una granja y antes una cárcel, ahora es una iglesia. La mera imagen de un cura en pleno apocalipsis sin su rebaño ya crea recelo entre los supervivientes y en el propio espectador y con eso juega el personaje interpretado por Seth Gillian (ya en Oz, recordemos, le tocó hacer de perturbado). Al final, ha resultado ser el miedo y nada más su mayor pecado, sobre el que tendrá que hacer penitencia para enmendar su aflicción. Estamos ante un personaje sobre el que todavía nos queda descubrir si ha llegado a su tope o aún le queda algún turbio as guardado bajo la manga.
Y por último y por encima de todo, la historia se ha centrado en Beth, quien sorprendentemente se ha erigido como protagonista de esta etapa gracias a ese sacrificio ante una visión de desesperanza y esto es precisamente lo que ha mantenido el interés en el desarrollo del relato. La chica ha sido consciente de que no era posible atravesar el bosque sin dejar nada por el camino y quizás ella, el personaje más puro hasta la fecha, no podía asumir tal precio por mucho que todo ello se justificara con la supervivencia.
Por contra, el hospital no ha llegado a tener el punch que podría haber alcanzado, pero sí ha añadido cierta incertidumbre sobre otro nuevo intento por sobrevivir que ha acabado corrompiéndose. Lamentablemente, así como Terminus sí consiguió una atmósfera desapacible y trabajada, el hospital jamás tuvo personalidad alguna, al igual que sus secuaces, cuya finalidad ha resultado demasiado difusa.
Igual de borroso se presenta el futuro de la serie, que a pesar de haber presentado una mitad de temporada bastante aceptable que permite recuperar el tono de la historia, no termina de despejar las dudas que confirman que The Walking Dead no estaba herida de muerte, sólo algo comatosa. Tendremos que esperar al próximo 8 de febrero para responder a esa pregunta. Mientras tanto, os dejamos su tráiler.