

CON LA YAKUZA NO SE JUEGA
Rara vez el cine occidental ha explorado el mundo de la mafia japonesa, más conocida como Yakuza. A excepción de Sydney Pollack que en 1974 estrenó Yakuza, película que precisamente trata este tema, todas las películas que han abordado el tema han sido películas asiáticas, concretamente y en la mayor parte de los casos de nacionalidad japonesa. El cine yakuza ha sido un tema que desde siempre ha tratado el cine japonés, cuyo máximo exponente áctual tiene nombre y apellidos: Takeshi Kitano. A lo largo de todo su filmografía, aunque no en todas sus cintas, Kitano ha explorado el tema de la yakuza hasta convertirlo en un tema propio. En Outrage vuelve a explorar este mundo con una historia en la que varios clanes yakuza se disputan el favor del Padrino. Los rivales ascienden en la organización a base de complots y de falsas fidelidades. Otomo, yakuza desde hace mucho tiempo, ha visto progresar a sus iguales: de los tatuajes elaborados y las falanges seccionadas han pasado a las altas finanzas. Su combate para llegar a la cima, o al menos sobrevivir, no tiene fin en un mundo de corrupción donde reinan la traición y la venganza. La hemos hablado de lo mucho que recurre Kitano a este tema en toda su filmografía pero es precisamente lo mucho que ha explotado este tema y su gran conocimiento del mismo lo que hace que todas sus películas, aunque traten sobre un mismo tema, no sean repetivas y se conviertan en meras copias unas de otras. Outrage nos devuelve al mejor Kitano, tanto trás la cámara como delante de ella, que imprime su sello a lo largo de un filme que se va haciendo grande conforme la trama avanza.
