Definida como un descarnado thriller de mafia coreana del que Martin Scorsese o incluso Michael Mann se sentirían orgullosos, y convertida por la taquilla en el Rey Midas de su país de origen (con más de 4 millones y medio de espectadores y 32 millones de dólares recaudados en taquilla), "Nameless Gangster" apunta espera repetir hito a su paso por salas a lo largo y ancho de planeta, y entre ellas, las de España, ya que gracias al compromiso que Mediatres Estudio tiene con el cine asiático también se estrenará en nuestro lustroso país. Primera parada, Sitges.
¿De qué va?
Corea del Sur, 1990. El nuevo primer ministro declara la guerra al crimen organizado, deteniendo a numerosos criminales. Entre ellos se encuentra Ik-hyun Choi (un colosal Choi Min-sik). Retrocedemos ocho años en el tiempo, para conocer los primeros pasos de Ik-hyun, un superviviente nato con una pequeña agenda repleta de nombres influyentes y una fructífera alianza con el carismático Hyung-bae Cho
¿Quién está detrás?
Yun Jong-bin. El director tras "The Unforgiven" y "Beastie Boys".
¿Quién sale?
Representa la segunda colaboración entre el actor Ha Jung-woo ("The Yellow Sea") y el director Yun Jong-bin al igual que también significa el retorno a la gran pantalla del titánico Choi Min-sik después de dos años de descanso tras su histórica interpretación en "Encontré al Diablo" de Kim Jee-woon.
¿Qué es?
Uno de los nuestros + Black Caesar (en versión coreana).
¿Qué ofrece?
Mucho más deudora del cine de gansters de Martin Scorsese o Michael Mann, que del de Francis Ford Coppola o Brian de Palma, y mucho más cercana a títulos como “Uno de los Nuestros”, “Infiltrados”, “Enemigos Públicos”, “Black Caesar” o incluso, “Donnie Brasco”, que a los “Scraface” o “El Padrino”, “Nameless Gangster” se sirve de ese torrente llamado Choi Min-sik y de la historia real de un personaje digno de retrato que, gracias a su labia y su capacidad para crear influencias y favores políticos, fue protagonista de uno de los mayores ascensos del crimen organizado en Corea del Sur. Su constante y desternillante verborrea, unos años 80’ en los que las Olimpiadas de Seúl bullen Corea y un reiterado uso de la violencia, son los principales estiletes de esta suerte de biopic orquestrado a través de la relación, amistad y conflicto entre dos de los jefes mafiosos más importantes de Busán, la persecución de la que fueron objeto por parte de un obcecado fiscal y las inconfundibles pinceladas de humor que tanto y tan bien teñían de halo cómico joyas coreanas como “Memories of Murder” o “I Saw the devil”.
Nota: 6.5 / 10