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Cualquier otro día (dennis lehane)

Publicado el 11 febrero 2010 por Ceci

“¡Las mías –protesto- son novelas históricas! Nadie pone ninguna objeción cuando un autor escribe esa clase de cosas que comienzan: ‘Aunque más ducho en el manejo de la espada que en el de la pluma, narraré para cuantos la lean la historia de cómo yo, John Blunt, un sencillo hombre de pueblo, seguí a mi querido señor a la guerra cuando nuestro rey Eduardo, llamado el quinto, se sentó en el trono de nuestra Inglaterra.’ Siendo esto así, ¿por qué a mí no se me permite ponerme a narrar para quienes deseen leerla la historia de cómo el honorable J. Blunt fue multado con cinco libras por el magistrado de la comisaría de policía de Bosher Street por conducta desordenada durante la carrera nocturna de embarcaciones a remo? Discriminación injusta es la frase que le viene a uno a los labios. Supongo que una cosa que hace que estos zánganos míos parezcan criaturas de un pasado muerto es que, con la excepción de Oofy Prosser, el millonario del club, son todos simpáticos y joviales, amigos de todo el mundo. En estos tiempos en que todo el mundo odia a los demás, cualquiera que no desprecie a algo –o a todo- es un anacronismo.”

P. G. Wodehouse

Así, con tanto ingenio como lucidez y con más razón que un santo, respondía Wodehouse a quienes tachaban sus historias de eduardianas y pasadas de moda, muchas décadas antes de que la etiqueta de novela histórica, o pseudo histórica -o de pseudo novela, si nos ponemos cáusticos y exhaustivos- se especializara en designar esas tramas imposibles habitadas por templarios, cátaros, uno o dos siniestros representantes de la Santa Sede y algún que otro aplicado paleógrafo, historiador o lector de lenguas muertas.

Cualquier otro día de Dennis Lehane tiene tan poco que ver con los relatos de Wodehouse como con los títulos que de un lustro a esta parte se amontonan en las mesas de novedades de buena parte de las librerías que en el mundo aún son. Sin embargo, el dardo de Wodehouse le viene a esta novela que ni pintado, pues con sus evocaciones no demasiado románticas del Babe Ruth de los Red Sox –¡aún!-, del auge del anarcosindicalismo, de las reivindicaciones laborales del cuerpo de policías, de la terrible epidemia de influenza y de la antesala de la Ley Seca, con sus fugaces apariciones de John Calvin Coolidge y del ladino John Edgar Hoover, es un magnífico fresco histórico del convulso Boston de los primeros ’20. Y como en toda novela histórica que se precie, la inventiva del autor se dedica, sobre todo, a narrar las peripecias vitales de unos pocos individuos, a los que la Historia ha sorprendido en el difícil y arduo oficio de vivir: Aiden o Danny, Nora y, por supuesto, el bueno de Luther, némesis del Gran Bambino y llave de buena parte de la trama.

Cualquier otro día es una novela ambiciosa y lograda, redonda y rotunda, a la que sólo cabe, quizá, ponerle un “pero”. Y es que en algunos momentos da la impresión de ser una novela demasiado consciente de su ambición, un tanto pagada de sí misma. Eso sí, esa arrogancia –llamémosla así- resulta en una prosa sorprendentemente efectiva. Pueden comprobarlo Vds. mismos en el botón que aquí les dejo y, si leen, como, por supuesto, les recomiendo, en las 727 páginas que lo preceden:

“Babe miró por la ventanilla, contempló Nueva York con todo su bullicio y esplendor, todas sus luces y letreros y torres de piedra caliza. Qué día. Qué ciudad. Qué tiempos para estar vivo.”

Cualquier otro día

Dennis Lehane

CUALQUIER OTRO DÍA (DENNIS LEHANE)


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