Revista Expatriados
Anwar Ibrahim me recuerda un poco al difunto Manuel Fraga. Un hombre con un cerebro privilegiado que fue muchas cosas, todas menos la que realmente quería ser: jefe del Ejecutivo de su país. Aún más que en el caso de Fraga. Anwar Ibrahim tiene tantas caras que uno no sabe con cuál quedarse: la joven estrella en alza del UMNO, el delfín de Mahathir, el líder pro-occidental que le iba a mover la silla al carcamal de Mahathir, el político caído en desgracia, golpeado y encarcelado, el líder opositor carismático que iba a romper la hegemonía de décadas de UMNO en Malasia… Hay una cara que a menudo se olvida en este retrato y es la del joven líder islámico.
Anwar Ibrahim nació en 1947. Cuando tenía 10 años Malasia alcanzó la independencia y, casi tan importante, se redactó su Constitución, que todavía está vigente. Los redactores de la Constitución tuvieron que enfrentarse a la complicada tarea de elaborar la Ley Suprema de un estado multiétnico y multiconfesional y trataron de alcanzar un modelo equilibrado en el que todos cedieran algo. Que en 2012 sigamos hablando del papel de las comunidades étnicas y religiosas en Malasia, indica que no tuvieron demasiado éxito con la fórmula que aplicaron.
La cuestión étnica se resolvió de la siguiente manera: se reconocía el predominio político de la mayoría malaya, así como la necesidad de políticas de discriminación positiva para mejorar su posición, subordinada en lo económico y lo profesional. A cambio se garantizaba la plena ciudadanía de las minorías, así como su libertad religiosa y cultural y su participación en el Ejecutivo.
En cuanto a la religión, la Constitución estableció que la religión de la Federación sería el Islam, pero se reconocería la libertad de culto. Que la religión oficial sea el Islam, no implica que el Estado sea islámico, ya que es la Constitución y no la shariah, que sólo es aplicable en algunos campos a los musulmanes, la ley suprema del Estado. La Constitución también señaló algo que chirría un poco más: en su definición de quién forma parte de la mayoría malaya incluye el ser musulmán. Esto es, si una persona de etnia malaya apostata del Islam (cuestión casi imposible, por otra parte), automáticamente pierde la condición de malayo.
He mencionado la cuestión de la etnia y de la religión, porque para entender la carrera de Anwar son importantes.
Anwar procede de una familia urbana de clase media. Sus padres militaban en UMNO (United Malay’s National Organization) y le trasmitieron su preocupación por la lucha política de la etnia malaya. En cambio, no parece que insistieran tanto en su formación religiosa. Recibía instrucción islámica por las tardes, después del colegio, como tantos otros niños malayos. Anwar cursó sus primeros estudios en Penang, su ciudad natal. Continuó su educación en el Malay College Kuala Kangsar, un internado sólo para chicos, en el que se han formado las élites malayas desde comienzos del siglo XX. Es un colegio con un fuerte sabor inglés, donde, como en las escuelas inglesas tradicionales, se insiste mucho en los deportes y los debates. Cuando estudió Anwar la enseñanza tenía un tinte nacionalista malayo importante. En cambio la presencia de la religión en el curriculum era pequeña.
Tras su paso por el Malay College Kuala Kangsar, Anwar entró en la Universiti Malaya (UM), la más antigua y más reputada del país. En aquel entonces, la UM era una universidad muy abierta y un hervidero el movimiento estudiantil. Anwar cursó en la UM estudios malayos. Allí destacó como líder y activista y llegó a presidir dos asociaciones estudiantiles: la Sociedad del Idioma Malayo de la UM (PBMUM) y la Unión Nacional de Estudiantes Musulmanes Malasios (PKPIM). Es decir que ya desde la universidad Anwar Ibrahim se metió hasta las cachas en los dos temas más polémicos que agitan Malasia: el religioso y el de la posición de la etnia malaya.
Dentro de la efervescencia estudiantil de aquellos años el PKPIM destacaba porque utilizaba el Islam como base. Sus miembros consideraban que el UMNO era demasiado secular y que había que dar una respuesta islámica a los problemas sociales. El PKPIM mezclaba activismo e idealismo. Una actividad que el PKPIM realizaba con cierta frecuencia eran campañas de predicación contra actividades que consideraban inmorales y que a menudo olían a Occidente como la celebración de fiestas de Halloween.
Como tantos otros movimientos en países musulmanes en esos años, el PKPIM sufrió la influencia de los Hermanos Musulmanes, algunos de cuyos miembros recalaron en Malasia huyendo de la represión. El sirio Nabil al-Tawil fue uno de éstos y encontró trabajo dando clases en la UM precisamente. Otra fuente de influencia fue el Jamaat-e-Islami pakistaní. Los textos de su fundador Abul Ala Maududi alcanzaron cierta difusión en el Kuala Lumpur de los 60, siendo especialmente leído su “Islamic Way of Life”.
Los disturbios étnicos del 13 de mayo de 1969 supusieron un aldabonazo muy fuerte a la sociedad malasia, cuyos ecos todavía se escuchan. Uno de sus efectos fue poner en marcha un movimiento de revitalización del Islam, que fue muy destacado entre los estudiantes. Muchos de ellos, especialmente los vinculados al PKPIM, sintieron que parte de los problemas sociales se debían a no haber aplicado soluciones islámicas, a haber seguido políticas netamente laicas.