Revista Cine
Como ha sido costumbre en los últimos años, hacia fines de noviembre aparece en Cinépolis del DF -en el Diana, para ser exactos- la Muestra del Cine Español, la número cuatro hasta el momento. Se trata de mostrar una pequeña revisión de la producción española e iberoamericana del último año y casi siempre hay dos o tres película de valía. El día de hoy a las 17:55 horas en Cinépolis Diana -la Muestra tuvo su inaguración el jueves y las funciones para público iniciaron ayer- se presenta Naufragio (España-Alemania, 2010), cinta que pude ver en Morelia 2011. Se trata del segundo largometraje de Pedro Aguilera y, desde mi perspectiva, resulta un retroceso creativo por parte del exasistente de dirección de Carlos Reygadas. Recuerdo que su opera prima, La Influencia (2007), estaba mucho más focalizada que esta suerte de re-interpretación del Robinson Crusoe de Daniel Defoe, demasiado vaga y elíptica para mi gusto.El protagonista, un inmigrange sub-sarahiano llamado Robinson (Solo Toure), aparece inconciente en las costas mediterráneas españolas. Es adoptado por una colonia de trabajadores ilegales que laboran en unos invernaderos. Robinson se queda un tiempo ahí, mientras retoma sus fuerzas para cumplir cierta misión. Finalmente, llega al norte español, al País Vasco, a un pequeño pueblo en donde encuentra un hostal, un trabajo y, al final, la razón que lo llevó a España. Suponemos que él entiende esa razón; nosotros, no tanto. Sólo que lo mueve la venganza. Cuando la cumple, la película termina. Alabado sea el Señor. La narrativa de Aguilera es elusiva hasta la exasperación pero, a su favor, hay que decir que su puesta en imágenes es muy profesional -una mención especial al diseño sonoro- y que la mezcla de actores no profesionales y profesionales funciona mejor que en muchas otras cintas similares, nacidas de la influencia de Reygadas, "Joe" y el slow-cinema tan en boga.También muy en boga está el tema central -el agua- de También la Lluvia (España-Francia-México, 2010), de Iciar Bollaín, que se exhibirá en el mismo Cinépolis Diana a las 22:20. Estamos ante un buen melodrama social que no llega a ser tan logrado como debería por el esquemático guión del colaborador habitual de Ken Loach, Paul Laverty. Un equipo español de filmación llega en el año 2000 a Cochambaba para rodar ahí un filme sobre Cristobal Colón y Bartolomé de las Casas. El productor (espléndido Luis Tosar) ha elegido Bolivia porque puede pagar dos mugres dólares al día a los extras y a los trabajadores. El director de la cinta (Gael García Bernal) elige al problemático indígena Daniel (Juan Carlos Aduviri) para que encarne a Huatey, un bravo indio que se enfrentó a los españoles. Muy pronto, la película que están haciendo -la historia de la explotación de los indios- se convertirá en el fiel reflejo de la Bolivia contemporánea, en la cual los más pobres están luchando por el agua que manejan compañías transnacionales, incluyendo españolas.Bollaín dirige con fluidez y el reparto es cumplidor -en especial Karra Elejalde como el actor borrachín que encarna a Colón, y el infalible Luis Tosar, que logra imponerse a los vacíos dramáticos de su personaje-, pero el guión de Laverty deja escapar muchas ambigüedades que habrían convertido en un filme más complejo a También la Lluvia. Por dar un par de ejemplos, apenas sugiere la ojetez del director interpretado por Gael que, llegado el momento, preferirá seguir con su película que dar un paso para defender a esos pobres de los que tanto le gusta hablar. Y, por otra parte, la conversión de Luis Tosar es demasiado abrupta. Al final de cuentas, es obvio, También la Lluvia no trata tanto sobre los explotados indígenas, sino sobre el pragmático capitalista Tosar que se involucra -aunque sea un ratito- con los problemas de esos extras a los que les paga dós dólares al día.