Revista Cultura y Ocio

Cuatro pinceladas de moda victoriana

Publicado el 05 diciembre 2016 por Carm9n @Carmenyamigos
Cuatro pinceladas de moda victoriana
Actualmente se suele oír el dicho de que "para presumir hay que sufrir". Veamos si esto encaja en la época victoriana...
Para salir, una dama victoriana debía cubrirse con todas estas prendas y en este orden: drawers” (una especie de pololos), combinación, corsé, enaguas, cubrecorsé, "bustle" (para rellenar la parte de atrás del vestido, y que fue reduciéndose de tamaño con el tiempo), polisón, bajo-falda, falda y camisa o chaqueta. Una larga y pesada rutina, sin duda.
El corsé reapareció durante la década de 1830 con un doble propósito, el de sostén de pechos y el de cinturón para reducir la cintura. En esa década, los hombros artificialmente inflados y un corsé apretando y sujetando el torso era la moda. Al corsé victoriano se le llamaba de “reloj de arena” por la bonita figura que creaba en el cuerpo de la mujer, pero tenía serios inconvenientes; podía producir asfixia, insolación (no sólo por el corsé sino por toda la vestimenta que ya mencionamos), infertilidad (al ir tan ajustados las mujeres sufrían abortos continuos) o, como mínimo, desmayos o malestar general.

En cuanto al luto, existía un desarrollado y complejo conjunto de reglas, particularmente entre las clases altas. Eran las mujeres las que soportaban, como sigue sucediendo hoy en día, el mayor peso de estas costumbres, que implicaban llevar gruesas ropas cerradas negras y gruesos velos negros de crepé. También se vestían gorros y bonetes especiales, normalmente negros o de otros colores oscuros. Había incluso unas alhajas especiales de luto, a menudo hechas de azabache o de cabellos del difunto con cabida para una pequeña imagen del finado. Las viudas solían llevar las ropas de luto unos tres años después del fallecimiento. Prescindir de estas ropas antes de ese tiempo se consideraba irrespetuoso con el difunto y, si la viuda era aún joven y atractiva, incluso sexualmente provocador. La propia Victoria fue un ejemplo en el cumplimiento de estas normas, debido a su largo duelo por la muerte de su marido, el príncipe Alberto.
En cuanto al calzado, los zapatos eran de tapa baja, sin tacón, y bastante estrechos. A medida que el siglo iba avanzando el tacón se elevó un poco y la puntera se hizo cada vez más apuntada. Eran muy populares las botas con botones y los zapatos ajustados con cintas en torno a las piernas.
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