

La nueva versión, dirigida por el disparejo chambista Bill Condon (que los mismo ha realizado la notable Dioses y monstruos/1998 que un par de filmes de la serie Crepúsculo), permanece fiel a la historia, los diálogos y las canciones de la película de 1991. Sin embargo, a pesar del espléndido reparto vocal, de la buena pareja protagónica (Emma Watson y Dan Stevens) y hasta del convincente villano de fuerte voz (Luke Evans), no logra superar al filme animado.Hay una razón fundamental para ello: la cinta de 1991 duraba justo hora y media y no necesitaba más tiempo para encantarnos con su música, sus canciones y el virtuosismo de su animación. En la versión de 2017, el guion de Stepehn Chbosky y Evan Spiliotopoulos alarga las acciones más de media hora, sea agregando justificaciones dramáticas innecesarias -que si el Príncipe/Bestia no tiene la culpa de haber sido criado por un papá cruel, que si el papá de Belle (siempre bienvenido Kevin Kline) abandonó a su esposa agonizando de peste para salvar a su hijita-, sea sumando varias canciones que no vienen al caso.De hecho, lo mejor de La bella y la bestia, versión 2017, siguen siendo las canciones originales de Alan Menken y Howard Ashman, además del sentido de cuento de hadas original, que demanda al lector ver más allá de las apariencias físicas. (Los feos de este mundo siempre hemos agradecido esta moraleja).Dicho lo anterior, esto no quiere decir que la película de Condon sea un desastre: como ya anoté antes, el trabajo vocal (de Ewan McGregor, Emma Thompson, Ian McKellen et al) no tiene pierde, Emma Watson encarna de manera convincente a la heroína lectora, mientras que Dan Stevens y Luke Evans demuestran que saben cantar entonados. Y aunque es obvio que Condon no es director de musicales –las únicas buenas coreografías son copias de las similares del filme de 1991-, es capaz de hacer avanzar la cinta hasta su esperado final feliz sin mayor problema.No es mucho pero, por lo visto, es más que suficiente para que la Casa Disney pueda presumir su primer trancazo taquillero veraniego… en primavera. Qué remedio.