De actitudes y aptitudes

Roberto Di Matteo. Fuente:Elrelator.cl

Si nos dicen hace dos meses que el Chelsea, con Di Matteo en el banquillo, sería campeón de FA Cup y que estaría a un paso de hacer realidad el sueño más húmedo de Abramovich (la Champions), lo hubiéramos tomado a risa.
La situación del Chelsea en febrero no era nada esperanzadora. La temporada liguera iba camino del fracaso, el juego del equipo era bastante reprochable y el ambiente del vestuario una caldera a punto de encenderse. El equipo se mantenía en Champions, pero con más pena que gloria (y con suerte).
AVB es cesado, y se confirma a RDM hasta el final de la temporada, usando el modelo de aquella temporada 2007/2008 en la que tras la marcha de José Mourinho del equipo, se colocó a Avram Grant al frente del mismo hasta el final del año a modo de parche.
Servidor, no se quedó nada contento con la decisión. Ciertamente, Di Matteo conocía de sobra el club (en el que es recordado como una leyenda) y la Premier (ya entrenó al WBA), pero aparentemente no parecía un técnico a la altura del club y tampoco una solución al fracaso de AVB, que cuenta con aptitudes bastante superiores a las del italiano en los banquillos como ya demostró el año pasado en el Oporto.
El joven portugués tiene aptitudes más que de sobra para triunfar y viendo su edad (tan solo 34 años) tiene una larga carrera por delante, y de hecho, su Chelsea comenzó jugando bien, pero se torció por el camino.
Pero como ha quedado claro tantas veces a lo largo de la historia, los que ganan y pierden son los futbolistas y muchas veces, las actitudes ganan a las aptitudes. Los mismos que en febrero parecían acabados, apesadumbrados y poco listos, en un mes eran luchadores, jugadores de buena técnica y mejor cabeza. Consiguió convertir a Ramires en un futbolista esencial como extremo. Le dio a la vieja guardia una última juventud. Incluso Torres parecía que resurgía. De lo poco reprochable: la poca confianza en Romeu y Lukaku.
Distintas actitudes, distintos resultados.

Fuente: muyfutbol.com

Y ha sido Di Matteo quien ha conseguido dar otra actitud al equipo. Un técnico con menos aptitudes, menos recursos, menos fama; pero con mucha actitud.
No queremos decir que Vilas-Boas no tuviera la actitud necesaria, sólo que esa actitud se fue apagando a medida que el vestuario se le ponía en contra.
La continuidad o no de Di Matteo al frente del equipo aun está en el aire, por nuestra parte no debería seguir aunque consiga la Champions. Los Blues necesitan dar un giro a su proyecto y basar su estilo en los Mata, Marin y compañía, y, por lo visto hasta ahora, Di Matteo no es el idóneo para ello. Así, o Chelsea cambia su idea del estilo que quiere imponer, o cambia de técnico para que no sea una incongruencia.
Una cosa está clara: esta temporada será recordada en el Chelsea como la de Roberto Di Matteo. La victoria de las actitudes a las aptitudes.
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