Revista Cultura y Ocio

De Groucho para Woody

Publicado el 18 octubre 2013 por María Bertoni

De Groucho para WoodyGroucho Marx y Woody Allen se conocieron personalmente en 1961, y desde entonces mantuvieron una amistad que duró dieciséis años. Se llevaban casi medio siglo. Según Woody, Groucho se parecía a “un tío judío de la familia, un bromista sarcástico”. En 1976 Groucho definió a Woody como “el humorista más talentoso del momento”.

Años antes, en marzo de 1967, Marx le envío la siguiente carta a Allen tras un largo silencio epistolar que había disgustado al joven comediante. A pesar de los esfuerzos por dilucidarlo, sigue siendo un misterio el significado de las iniciales “WW” en el encabezado.

Estimado WW:

Goodie Ace le dijo a un amigo mío desempleado que usted estaba desilusionado o molesto o contento o ebrio porque no le contesté la carta que me escribió años atrás. Bien lo sabe por supuesto, nadie cobra por responder cartas, a menos que se trate de notas de crédito expedidas desde Suiza o por la mafia.

Le escribo con desgano, porque sé que está haciendo seis cosas en simultáneo: cinco si incluimos la actividad sexual. No sé de dónde saca tiempo para ocuparse de su correspondencia.

Confío en que su obra seguirá estando en cartel para cuando yo vaya a Nueva York la primera o segunda semana de abril. Esto debe perturbar terriblemente a los críticos que, si la memoria no me falla, pronosticaron lo contrario porque acusaron a su trabajo de excesivamente gracioso.

Que su obra se mantenga en cartel molesta especialmente. Esto le sucedió a mi hijo cuando colaboró con Bob Fisher. La moraleja es: no escribas una comedia que haga reír.

La discusión en torno al problema con los críticos data de la época de mi Bar Mitzvah, unos cien años atrás. Ésta es la primera vez que lo cuento…

En quella oportunidad recibí dos regalos cuando pasé de la infancia a -lo que imagino hoy es- la vida adulta. Un tío, que en ese entonces se dedicaba a las finanzas, me entregó un par de medias negras y una tía que quería conquistarme, un reloj de plata. Tres días después, el reloj desapareció.

La razón de tal incidente fue que mi hermano Chico no jugaba al pool tan bien como pensaba, así que tomó mi reloj para llevarlo a una casa de empeño ubicada en la Calle 89 y la Tercera Avenida. Un día mientras deambulaba sin rumbo, lo descubrí en la vitrina del local. No lo habría reconocido de no ser por mis iniciales grabadas en la parte de atrás, pues el sol lo había decolorado tanto que lucía negro carbón.

Mientras tanto, las medias se pusieron verdes a la semana de usarlas ininterrumpidamente sin nunca haberlas lavado. En fin… Así me premiaron por haber sobrevivido trece años.

Todo esto para explicarle porqué no le escribí por un tiempo. Sigo usando mis medias, que en realidad dejaron de ser medias para convertirse en parte de mis piernas.

En su carta escribió que vendría aquí en febrero y yo, preso de un ansioso entusiasmo, compré tantas delicatessen que, si hubiera reservado más dinero contante y sonante y menos fiambre, habría cubierto mi contribución al Fondo de Bienestar ‘Judíos Unidos’ durante 1967 y 1968.

Creo que estaré en el hotel St. Regis en Nueva York. Y por el amor de Dios deje de tener éxito: me está volviendo loco. Mis mejores deseos para usted y su amigo diminuto, el pequeño Dickie.

Groucho.-

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PD:
La carta de Groucho a Woody apareció publicada en The Guardian el sábado pasado, quizás a propósito del estreno de Blue Jasmine. Espectadores también tradujo la breve introducción que el periódico inglés elaboró para la ocasión.


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