Es fácil culpar a tus circunstancias de este sutil sentimiento de insatisfacción. Resulta igual de fácil menospreciar a otra persona por el hecho de que no tiene el valor de luchar por su propia felicidad. Como siempre, la verdad está en el centro, entre los dos extremos. No tienes un control absoluto de tu felicidad y tampoco tienes ningún tipo de control sobre ella. Y la mejor noticia de todas es: tienes todo el poder como para influir activamente a ser más feliz.
Hablando de números: ¿en qué puedo influir?
Ya te habrás dado cuenta de que hay gente que por naturaleza parece ser más feliz que otras personas. Y resulta que varios estudios sobre la felicidad llegan a la misma conclusión. Existe un factor genético dentro de nuestra predisposición hacia la felicidad. Sin embargo no es toda la verdad: el bienestar objetivo depende de varios factores:
Predisposición genética
El 50% de tu bienestar deriva de factores genéticos que no puedes cambiar. Al igual que yo no puedo cambiar mi intolerancia a la lactosa (por ser algo genético), puede que por naturaleza tu seas un poco más feliz que tu vecina. Esos 50% definen en cierta forma el mínimo de tu felicidad (al final, nadie está mal siempre). Si es muy alto, genial. Eres de las personas que por naturaleza irradian bienestar. Si no es muy alto, no pasa nada, puedes influir sobre los otros dos factores principales
Circunstancias externas
Que si hace sol, que si tus colegas del trabajo te estresan, que si te aumentan el salario… Todos estos aspectos tienen un impacto sobre tu bienestar subjetivo. Al menos un pequeño impacto. Resulta que sólo un 10% de tu felicidad depende de estas circunstancias externas. Quizás la razón es que al contemplar si eres feliz o no, no te dejarás guiar tan solo por la lluvia que se ve por tu ventana, sino que tendrás en cuenta el conjunto de toda tu vida actual. Todo lo que no se puede cambiar fácilmente suele perder importancia ante esto.
Tu actitud
Esta es la buena noticia de todos los estudios sobre la felicidad: el 40% de tu bienestar depende de tu actitud y por lo tanto depende de una decisión activa por tu parte. Si quieres ser más feliz, tan solo hace falta actuar. Y en cierto modo con tu actitud puedes hasta neutralizar factores negativos de tu carga genética. Tener intolerancia a la lactosa se puede leer como un impedimento de felicidad. Al final no puedo disfrutar de las mismas golosinas que algunos de mis amigos. Sin embargo, lo he utilizado como el punto de partida para llegar a una alimentación más sana y equilibrada. Conozco los mejores restaurantes en Barcelona que ofrecen opciones para mi. Por necesidad me he convertido en una cocinera creativa que puede acomodar vegetarianos, celíacos y diabéticos en la misma mesa. ¿A que tengo razones para estar feliz?
¿Cuál es tu mayor reto para cambiar de actitud?