De repente, el último domingo, tuve la suerte de cumplir uno de mis sueños: ver en pantalla grande un clásico. Por unas cosas u otras, nunca pude satisfacer este deseo pero, de repente, el último domingo, me desquité (¡y tanto!). Siempre hay que pedir, desear, soñar, porque nunca se sabe. ( Un ejemplo: ¿Recordais los munchkins? Pues no sólo llegaron por navidad, también en otras fechas señaladas. Ya viven conmigo cuatro. Son algo revoltosos y les gusta empinar el codo, pero, en general, no dan muchos problemas).
En Cineuropa (festival de cine europeo que se celebra todos los otoños en Santiago de Compostela), programaron una sesión doble en memoria de Marilyn Monroe. Para abrir boca ( y ojos), el montaje de la película inacabada de la actriz, Something´s got to give (George Cukor, 1962), introducido por el mandamás del certamen, José Luís Losa, quien puso en antecedentes (biográficos) a la heterogénea audiencia . MM quita la respiración a cualquiera, al menos, esto es lo que he comprobado. Frente a las risas generadas por Cyd Charisse (me atrevo a decir que sería la única bien parada en caso de llegar a estrenarse la película), la aparición de la rubia (más platino que nunca), generó en la sala una exclamación conjunta y acompasada. Cierto es que la pantalla grande hace mucho, pero también que, digan lo que digan, Marilyn estaba deslumbrante a pesar de todas las inclemencias que vivió durante este rodaje y que, como recordareis, explicamos pormenorizadamente en este post y subsiguientes.
Disfrutado el aperitivo, pasamos al plato principal: The Misfits (John Huston, 1961). He de confesar que hacía años que no veía Vidas Rebeldes. En mi memoria había quedado almacenada como la última película de Gable y Monroe, además de algún que otro vago recuerdo sobre la historia. Pero, a medida que el metraje avanzaba, descubrí que se trata de una película triste, crepuscular, agria y, en cierta medida, profética. Ver y escuchar a Marilyn declamar el guión es lo mismo que asistir a una definitiva confesión autobiográfica. El padre, la madre, los hijos, los animales, los hombres....Norma Jeane (no Marilyn) desnuda o, mejor dicho, obligada a desnudarse por la pluma de Arthur Miller.
Vidas rebeldes es una suerte de callejón sin salida para sus personajes: todos escapan de una pérdida que marca sus vidas. Los momentos felices son tan fugaces como una sonrisa de Greta Garbo pero, pese a ello, los misfits continúan nadando contra corriente, creyéndose libres pese a la fuerza del agua. En la nada del desierto, las debilidades son más visibles que un oasis, pero mostrarlas implica alcanzar una (auto)honestidad difícil de asumir. La secuencia final, en donde organizan minuciosamente la captura de un grupo de caballos salvajes, compendia a la perfección el atolladero personal y moral en el que se hallan los personajes. La batalla cuerpo a cuerpo entre fiera y fiera, no es más que una recreación de sus vidas (rebeldes), un eterno ritual para alcanzar la libertad.
Thelma Ritter encandiló a un público que rió todas y cada una de sus gracias. Efectivamente, está - como siempre - soberbia, y brinda, quizás, la interpretación más solvente de la película. Eli Wallach, en uno de sus primeros trabajos con entidad para la gran pantalla, debuta con nota, y Monty Clift está en su línea: atormentado. Clark Gable consigue recordarnos a aquel actor que un día fue pero, en ocasiones, le falta fuelle (recordemos que ya estaba enfermo y que poco después de finalizar el rodaje fallecería). Y Marilyn, ¡Oh, Marilyn! Aunque su sola presencia sirva para olvidarse de todo lo demás, por momentos está realmente brillante, sobre todo en las frases más autobiográficas pero, en general, su interpretación es bastante irregular e, incluso, afectada. A su favor diremos (recordaremos) el infierno que vivió con los continuos cambios en un guión que aludía pronográficamente a su propia vida.
John Huston opta por un blanco y negro bastante contrastado que complementa las dualidades de los personajes. También hay, claro está, marcas de la casa, como un primer plano de las posaderas de Marilyn pero, para lo bueno ¿y lo malo? es John Huston. Resalto - porque la había olvidado por completo - la banda sonora de Alex North, en especial el main theme, muy cercano a una película de Hitchcock, y que sirve de hilo conductor para los vaivenes emocionales de los héroes.