El otro día, después de hacer pacientemente cola para volver a apuntarme en el Inem (o Sepe, o Infierno, o como quiera que se llame ahora), me enteré de que mi último trabajo ha sido a cuenta del régimen especial de Toreros y Artistas.
La señorita de la ventanilla se quedó picueta al verlo en la pantalla del ordenador (no deben de rondar muchos artistas ni toreros por las calles del barrio) y me miró como sopesando si yo le tenía que sonar de algo o no. Después de que se le petara el programa dos veces y tuviésemos que hacer el papeleo a mano, se decidió a preguntarme en qué porras había trabajado para que el todopoderoso sistema fiscal me tratara de artista. O de torera, aún peor.
"En la tele" "Ahh ..."
Y todo quedó arreglado. No me preguntó más porque había una cola de padre y muy señor mío, pero se le notaba la curiosidad. Yo me fui un poco mosca por lo del petamiento del ordenador, no fuera a ser que mi prestación acabara en el limbo, y también por lo de toreros y artistas. Porque desde luego, yo no quiero torear, pero tampoco estoy segura de si quiero ser artista.
Yo lo que quiero de mayor es ser como Julia Child. Vivir una vida aventurera, ser medio espía, encontrar un amor que me lleve a París a vivir como una reina, comer mucha mantequilla, aprender a cocinar y vivir de ello. Tengo amor, mantequilla y algo sé cocinar, pero claro, no es lo mismo.
Ella era ocurrente, divertida y maravillosa. Altísima, en mi pueblo hubieran dicho que era una paisana bigarda y que cuando abría la boca subía el pan. Porque nadie como ella ha sentenciado sobre el arte de guisotear, dejando citas para la historia llenas de sentido común y de desprecio por la tontería.
Ella creía, igual que yo, que cocinar debe ser una actividad altamente disfrutable, a la que hay que enfrentarse sin miedo al fracaso y con actitud de #mepongoalmundopormontera. Que se te cae el pollo al suelo, pues lo recoges, nadie te ha visto.
Mrs. Child pensaba que para cocinar bien hay que comer mucho, y que las personas que disfrutan en la mesa suelen ser las mejores. Yo, que soy más sibilina, he descubierto por propia experiencia que no hay que fiarse nunca de alguien a quien no le guste comer.
Entusiasta, inquieta y txirene, Julia Child aprendió a cocinar en París, montó una escuela culinaria, y se hizo famosa y gurú de los viciosos amantes de la grasa merced a un libro: "Mastering the art of french cooking" (1961). Escrito al alimón con dos amigas francesas a lo largo de una década, se convirtió en un éxito de ventas pese a sus más de 800 páginas.
Esta biblia de la cuisine ha tardado 52 años en traducirse al español, pero bien está lo que bien acaba, y desde finales de octubre se puede encontrar en librerías El arte de la cocina francesa. En la fantástica edición de Debate encontraréis 852 páginas llenas de placer y rechupeteo de dedos, un prólogo de David de Jorge y Martín Berasategui, tapas duras, olor a nuevo y hasta dos marcapáginas de lacito, de ésos tan elegantes que uno se empeña en estirar bien para que no se arruguen.
En una semana con el libro en casa, ya hecho varias recetas que me han llevado al éxtasis glotón, una de ellas el famoso boeuf bourguignon (que parece dificilísimo pero no lo es tanto, os pondré la receta dentro de poco aquí).
Entre tanto, me he encontrado con que tengo dos ejemplares del libro: uno que me compré yo con los ahorrillos de la farándula, y otro que amablemente me enviaron desde la editorial. Como ya no podía devolver el primero, ya veis, me veo en la terrible tesitura de que me ayudéis a desprenderme de él.
Así que siguiendo la estela de mis anteriores sorteos chiripitifláuticos, os doy la oportunidad de conseguir este libraco a cambio de algo. Porque no va a ser tan fácil como darle a un me gusta, ni dejar un comentario ni nada, qué os creéis vosotros.
Habrá que esforzarse un poco, porque la recompensa lo vale. Se trata de que me mandéis, por email a [email protected], por mensaje de facebook o como más rabia os dé, una receta.
Condiciones de este sorteo de lujo para pobres:
- Desde hoy miércoles 6 de noviembre hasta el domingo 17 a las 23:59 tenéis tiempo para enviarme por email, por feisbu, tuiter o paloma mensajera una receta familiar, local o viejuna.
- La receta deberá tener una historia: la que hacía vuestra abuela, la que se hace por las fiestas de vuestro pueblo, lo que sea. Mejor cuanto más desconocida y rara, con ese sabor añejo de las cocinas de pobre y carbón. Algo que hubiese seducido a Mrs. Child y a su espíritu glotón.
- El remitente de la receta que más me guste ganará el libro de "El arte de la cocina francesa", que será enviado a su casa a no más tardar. Su fórmula maestra será testada por mí y publicada aquí en el blog con todo lujo de detalles. (No hace falta mandar foto pero sí que la receta sea inédita, osá, que no la hayáis publicado ni sacado de ningún blog)
- El ganador será anunciado aquí entre el 18 y el 19 de noviembre.
- Por causas de crisis económica global la dirección a la que se mande el libro deberá ser dentro de España.
- Chimpún.
En próximas entregas seguiré hablando de Julia Child y os enseñaré varias de sus recetas. Porque era musa y yo de mayor quiero ser como ella. De mientras, id buscando el recetario manuscrito de la abuela que tenéis guardado en una cajón.
Si no os podéis aguantar y no confiáis en los hados del destino, podéis comprar ya "El arte de la cocina francesa" en cualquier librería o en el enlace que tengo puesto en la columna derecha. Desde hace unos días, este blog está afiliado a Amazon y recomienda buenos libros, así que cualquier cosa que compréis en su web entrando desde esos links contribuye a que compre más mantequilla sin que suponga ningún gasto extra para vosotros. Que la cosa está muy malita, chatos.