Lo que no se le puede negar a Orville Peck es lo listo que ha sido al acompañar su presentación como artista con esa potentísima imagen con la que ha amplificado, qué duda cabe, la repercusión de su rock trasnochado: el de Nevada, ya lo sabréis a estas alturas, se presenta siempre como un misterioso vaquero que cubre su rostro con una máscara de flecos que introduce un inesperado giro camp al conjunto. En el fondo no da la impresión de que se trate tanto de ocultar sus rasgos (su nombre real es Daniel Pitout, y basta introducir su nombre en google para ver lo mucho que se prodiga el hombre en mostrar su cara y todo lo que haga falta) sino de dejar muy claro quién quiere ser él en 2019. Orville Peck no quiere ser Chris Isaak, quiere ser el fornido vaquero que protagonizaba la portada de una revista beefcake (publicaciones dirigidas al público homosexual que debido a la censura de la época tenían que camuflarse como revistas de culturismo) de los años 50.
En lo sonoro, podríamos decir que Peck es un cantante crooner, con un pie en el country y otro en un pop-rock que, sorprendemente, en algunas pistas colinda con la elegante afectación de los Smiths. Sí que es verdad que, escuchado “Pony” en su conjunto, uno se queda con la sensación de que las canciones que mejor funcionan son las que mejor acompañan el disfraz que Pitout se ha fabricado, mientras que cuando se sale del personaje la cosa pierde pegada. Claro que hay que estar dispuesto a “entrar” en el juego: cuando uno oye el sonido de los disparos sobre el trote de “Take You Back (The Iron Hoof Cattle Call)” no puede evitar que le entre un poco de risa. Pero vaya, que el escenario sea de cartón-piedra no significa que no pueda ser disfrutado ¿no?
Entre lo mejor, una bonita balada muy 50’s titulada “Roses Are Falling” y, por supuesto, esta “Dead Of Night” que con su falsete parece arrimarse tanto a los terciopelos lynchianos como a la serie Z de Ed Wood y compañía. Lo tiene todo: pareja de perdedores, cañones polvorientos, citas -también literales- a Johny Cash, casinos y (no por nada apuntaba Jaime Popcasting la conexión de Peck con la tradición norteamericana de las death songs) tragedia. Una de las canciones más chulas de lo que llevamos de año, claro que sí, y desde luego una de las figuras que ponen cara (aunque sea enmascarada) al sonido de este 2019.
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