Por sus imágenes se filtra el cine que había iluminado su juventud y probablemente las obras más o menos contemporáneas que parece que mayor impresión le habían causado.¿Acaso "Heaven can wait" y "Clunny Brown" - aunque tal vez lo más justo sea remontarse a las operetas con Jeannette McDonald que ya no parece que le gusten a nadie y tirar del hilo hasta llegar a Stroheim y “Foolish wives” - "Madame de...", y "La Ronde", "Midnight", "La regle du jeu" y "The diary of a chambermaid", "A letter to three wives", “Erotikon” (de Stiller, no de Machaty), “A woman of Paris”, algún Clair…?"Sommarnattens leende" probablemente cierra, en 1955, una primera época en la filmografía y la vida de Ingmar Bergman.Después de la un tanto olvidada - y es otra de sus grandes películas en mi opinión - “Kvinnodröm” y "Sommarnattens leende", llega “Det sjunde inseglet” y ya nada será lo mismo.Ese año 1955, si las biografías recogen fielmente su azarosa vida privada, finaliza su relación con Harriet Andersson e inicia una nueva historia con Bibi Andersson, ambas en el film, un hecho que tal vez sea menos circunstancial de lo que parece, dado el, al parecer, muy diverso carácter de ambas. Estos primeros años de la carrera de Bergman, que no son estrictamente los que más me interesan de su obra, sí son los que quizá contienen las películas que más quiero de todas las que realizó, las de aquel joven director menos consciente de su ascendencia en el cine escandinavo, que miraba a Marivaux o Molière al mismo tiempo que a Strindberg o Ibsen y que filma un variado y complementario conjunto de films de tonalidades muy diversas entre películas consecutivas... esos años en los que se suele decir que aún no tenía una personalidad "definida", como por cierto (y volviendo a Lubitsch: se podrían establecer conexiones con "Pickpocket" y más allá), el Bresson de "Les dames du Bois de Bologne" o el Kurosawa de "Waga seishun ni kuinashi ".
Me pregunto qué consideración tendríamos ahora de esta película si hubiese sido la última de su carrera. Nos habríamos perdido muchas cosas inolvidables, empezando por "Smultronstället" poco después y terminando con "Saraband" hace poco, pero quizá sería recordada más justamente como lo que es, una de las más encantadoras comedias (melodrama cuando ralentiza el ritmo, lógicamente) de todos los tiempos, tan perfecta como algunos de los grandes últimos Guitry, con los que tiene, sorprendentemente, tantas cosas en común.Ese carácter casi “tributario” del que hablaba antes, imagino que debe haber jugado bastante en contra de la consideración del film, rara vez nombrado de verdad entre los mejores que hizo, que suele ser tratado como un brillante interludio que a lo sumo, algo es algo, permite poner en duda la idea – en la que tantos se han escudado precisamente para otorgar a su cine un valor “extra” - tan reductora (que también afecta a Garrel, Ozu, Eisenstein ... demasiados grandes cineastas en cualquier caso) de que hace falta tener un cierto estado de ánimo y una predisposición, cuando no una "cultura", para acercarse a las películas de Bergman (dolorosas, depresivas, desesperadas), algo que queda hecho añicos al contemplar, con una permanente media sonrisa, esta exhibición de inteligencia fílmica, plena de diálogos memorables, una (nada recóndita) apología de la alegría de dejarse llevar por los vaivenes del corazón pese al sempiterno laconismo nórdico. No es la única, claro, ni tampoco la última de las que hizo que sea un auténtico placer para la vista, el oído y el alma, pero sí quizá la más perfecta y disfrutable, la que más veces viene a la memoria. El romance, el erotismo y ese delicioso momento previo a la seducción – aunque sea recordándolo - como antídoto de todo lo negativo de la vida. "Sommarnattens leende" es una de las películas más ambiciosas que hizo. Ya que parece que sólo se hable de pretensiones cuando se cree haber constatado el fracaso del intento, vale la pena rememorar con qué acierto también supo Bergman ser liviano y gracioso, inteligente y embriagador, algo al alcance de muy pocos.Sospecho que a partir de entonces ya nadie le volvió a decir directamente, más allá de la reverencia, lo que pensaba de su trabajo, ni técnicos, ni actores, ni productores. Esa soledad da que pensar e invita poco a bailar, supongo.Si lo consigue con aparente facilidad y sin apartarse ni un ápice de sus gentes, sus costumbres y su mundo, es en buena medida gracias al personaje que incorpora Gunnar Björnstrand, a primera vista poco sagaz y un tanto estirado, pero que se revela como el perfecto anfitrión del film, yendo sin perder la calma de las situaciones en las que sale comprometido a aquellas en las que brilla su ironía sin inmutarse e impidiendo el tono de farsa en el que el film parecía condenado a caer. Esta homogeneidad ayuda a que las escenas especialmente emotivas pasen como una exhalación, sin sentimentalismos, y que los gags tengan un poso dramático añadido. Ese ritmo irresistible. Aquí están además varias de las más impresionantes escenas de su carrera. La conversación a media luz entre Fredrik y su joven e inexperta esposa Anne, aquella en la que Fredrik le cuenta a Desirée en el camerino qué es Anne para él (un momento que parece sacado de los grandes Borzage o McCarey), la aparición de la "cama secreta" o la ruleta rusa final, por ejemplo.