Revista Pareja

Diario de confinamiento: con más prórroga que el Madrid en la Champions

Por Cristina Lago @CrisMalago
Diario de confinamiento: con más prórroga que el Madrid en la Champions

A pesar de lo felices que nos la prometíamos la semana pasada, nos vuelven a confinar…una semana más. Que la Fuerza (y Netflix) nos acompañe.

Pero las buenas noticias es que los contagios han bajado y que por suerte, los españoles somos campeones mundiales de esa actitud existencial que representa un perfecto punto medio entre la resignación y el cachondeo. Así que seguimos sin poder salir de varios de nuestros municipios, pero tenemos un montón de memes nuevos y hemos ganado nuevos skills de paciencia y tolerancia a la frustración, que nunca vienen mal.

Por supuesto, el re-confinamiento ha sido anunciado en la misma tónica que la mayoría de los dictámenes de este año, sin explicar con claridad los motivos, ni especificar cuál es la situación concreta en el municipio. Nada nuevo bajo el sol. Al parecer es más común que un padre o madre explique a su hijo porqué no puede cruzar la calle, que un gobierno explique a ciudadanos adultos porqué no pueden salir de su propia ciudad.

Y ya que estamos hablando de paciencia y tolerancia a la frustración, empieza la temporada de compras pre-navideñas. Normalmente empiezo a hacer las compras en octubre o noviembre, porque para mí el tema de los regalos tiene una importancia casi sacramental. Pasamos el año llenos de prisas, dispersos en mil cosas y en muchas ocasiones, no prestamos la debida atención a las personas que nos importan.

Toda la búsqueda concienzuda de regalos para cada miembro de la familia y los preparativos para el momento en que nos reunamos, los abramos y cada uno se ría o se sorprenda, es mi forma de decirles: gracias por ser mi familia y gracias por estar aquí. Seguramente todos deberíamos expresarlo más a menudo, pero nuestras complejas vidas están muy mal montadas para eso del quererse.

Expresarse debería ser el gran leit motiv de este 2020. El sábado tuve la suerte de conseguir un salvoconducto para ir a una actividad organizada por un amigo. Nos reunimos un buen grupo y empezamos a hablar de temas diversos. Varios de nosotros hablamos de lo que había significado este año en nuestras vidas y curiosamente coincidimos en que el balance había sido muy positivo.

Para algunos había sido un catalizador que les había servido para descubrirse y reinventarse, para otros, un reto para aprender a valorar lo que ya tenían. Y para todos, la consciencia de que ese momento en el bosque, bajo el sol, hablando tranquilamente de nuestras inquietudes personales, era tan único y especial como muchos de los momentos únicos y especiales que nos ha regalado este año donde aprendimos que cada ocasión de estar así, podría ser la última en mucho tiempo.

Si tuviera que poneros un gran ejercicio común para todo este año, es que os expreséis a tope. Hay mil millones de maneras en las que una persona puede expresarse, pero el resultado siempre es el mismo, y siempre es bueno: ya sea buscando regalos para tu familia, o protestando por una injusticia, o escribiendo un poema, o hablando con desconocidos en un bosque otoñal, en esos momentos eres tú, contigo, en toda tu esencia, integridad y humanidad.

Todos somos humanos, pero cuando nos expresamos, nos hacemos personas.

Entre reflexión y reflexión, recibo e-mail de mi editorial para contarme que las correcciones del libro están terminadas. Yo ya estaba abriendo la botella de Dom Perignon (¿o era sidra El Gaitero), cuando me llega otro e-mail para decirme que empiezan con la maquetación y que todo este proceso tardaría unos 15 días más. Casi me da un infarto.

¿Hemos dicho ya lo de las skills de paciencia y tolerancia a la frustración? Si tuviera que examinarme en una escuela de emociones, probablemente esas dos serían las equivalentes a las matemáticas y al dibujo técnico. Si se te daban bien las matemáticas y el dibujo técnico, cámbialas por las asignaturas hueso de tu elección.

No poder hacer nada con respecto a ciertas situaciones, a veces es duro de digerir. Nos gusta tener el control, nos gusta tomar acción y tratar de dirigir el curso de los acontecimientos a nuestra conveniencia. Pero en ocasiones, el panorama es poco claro y es el momento ideal para aprender a no hacer nada de particular, salvo esperar que llegue el punto adecuado para saber qué acción tomar. Esto lo explicaba muy bien el amigo Lao Tsé en su filosofía del taoísmo.

Ten paciencia. Espera hasta que el barro se asiente y el agua esté clara. Permanece inmóvil hasta que la acción correcta surja por sí misma.

Y no importa cuán turbia, confusa o dudosa sea la situación en sí, que el paso del tiempo da nuevas perspectivas y distintas oportunidades.

Si la incertidumbre de este año incierto os acecha, lectores, practicad el wu-wei en lo que no veáis muy claro, y la acción en lo que sea preciso y diáfano como la luz del sol. Incluso cuando no sucede nada, no dejan de suceder mil cosas: y cuando suceden mil cosas, a veces, en realidad, no está sucediendo nada.

Aprovecho estos días (que han sido intensitos) para dar las gracias a mi persona favorita de la semana. Tú ya sabes quién eres.

Os deseo una muy feliz semana desde la ciudad confinada. Recordad que los comercios locales están sufriendo una crisis muy dura, y que ahora que vais a comprar las cositas de Navidad, es muy buen momento para invertir en ellos.

Nos vemos en los bosques.

ó

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