Revista Pareja

Diario de cuarentena: el día en que los niños salieron de casa

Por Cristina Lago @CrisMalago

Diario de cuarentena: el día en que los niños salieron de casa

Querido diario,

Hoy, 26 de abril, en el día 46 del confinamiento, los niños han salido por primera vez a la calle. Y ha sido un espectáculo.

Llevaba una semana durmiendo muy bien, pero justo esta noche tuve sueños inquietos, insomnio y algo de nerviosismo. Me hizo mucha gracia un meme que decía que íbamos a pasar esta noche como si fuera la noche de Reyes. Pues así la pasé yo, esperando a que llegase por fin la mañana. Me desperté mil veces acordándome de que today is the day.

Nada más despertarnos, nos asomamos a la ventana. Y para nuestra alegría, vimos salir del portal a los primeros niños con sus bicicletas de camino al campo de al lado de mi casa.

Existen ocasiones, pocas y muy especiales, en la que la vida se parece un poco a las películas. Hoy ha sido una de esas ocasiones.

En esta película, los directores, son los padres; los actores, los niños; la banda sonora: las risas y los gritos de júbilo. El guion: la libertad.

Las caras de las criaturas lo decían todo y la habilidad literaria no me alcanza para transmitirlo de manera que lo podáis ver como lo vimos nosotros. Sólo tratad de poneros en la piel de un niño que lleva un mes y medio sin salir de casa y mirad con vuestros ojos la transformación de una calle silenciosa y vacía, en un tropel de bicicletas y sonrisas.

El campo, tras las lluvias de primavera, recibe con una alfombra verde tachonada de amapolas, margaritas, lirios, dientes de león, jarales en flor y otras especies silvestres cuyos nombres desconozco. Hay higueras que ya están dando sus primeros frutos y un sol sin mácula convierte al mundo en una fotografía con filtro Valencia.

Como siempre, tenemos el ying y el yang de la cuestión: y mientras unos disfrutan de su primera salida con niños en mes y pico, otros se dedican a subir furiosamente fotografías de todos los transgresores que no se avienen a las reglas, juntándose masivamente en parques, plazas y paseos marítimos. Imagino que hoy las redes sociales deben estar on fire con el ya clásico derby entre Policías de Balcón y Transgresores Liberales. ¡Qué aburrimiento!

Pero yo he sacado un vino y lo he celebrado. Y con respecto a lo demás, como dice la canción: I don’t care. I love it.

Lo de los niños marca el inicio del desconfinamiento. Si todo va bien, el 2 de mayo, el resto del personal podrá salir por fin a hacer deporte y a darse paseos. Se dice pronto, pero falta menos de una semana y da hasta un poco de susto pensarlo.

La vida amenaza con volver a la normalidad. Una normalidad anormal. Sin turismo, sin imágenes de las playas masificadas en el telediario, sin bares petados de gente, sin verbenas populares, carreras deportivas o conciertos estivales; un veraneo sin veraneo. Va a ser más raro que la leche.

Pero hay ilusión de salir. Hablo con los amigos y empezamos a pensar en los planes que haremos en verano, que seguramente se resumirán en deporte, reuniones en casas y salidas al campo. Afortunadamente, son las cosas que más me gustan y las que elegiría de por sí si pudiera elegir: y con lo que vamos a ahorrar de viajazos, comidas y cenas, fiestas y festejos y demás, igual hacia octubre nos da para comprar un Ferrari. O un paquete de mascarillas, que vendrá a valer casi lo mismo.

Y ya que estamos con los amigos. Mucha gente me comenta que ahora con lo de la cuarentena, están aprendiendo a ver realmente quienes son amistades de verdad y quienes no lo son tanto. Particularmente, considero que muchas veces confundimos amistad con compañerismo o colegueo y no le damos a esta palabra el valor y profundidad que merece. Mis amigos no son cualquier persona con la que comparto momentos, son personas con las que comparto afinidades.

Ahora mismo hay muchas personas que están solas, que necesitan hablar con alguien y para ello tirarán de agenda y pillarán a quien puedan. Y luego, cuando vuelvan a la vida normal, seguramente desaparezcan. Y es normal, y humano y si uno se siente mal o usado por ello, que piense simplemente que a veces, los sueños de la soledad, crean monstruos.

Hay amigos en tiempos de guerra y amigos en tiempos de paz.

Luego están amigos para todo los tiempos: y esos son tu familia.

Brindo por ellos, ahora que ya no aplaudo.

Nos vemos en los balcones.

Continuará…

ó

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