En Espectadores contemplamos nuestros diez años como si fueran pinos de un juego atípico de bowling.
En este artículo que escribió para el diario Página/12, Juan Ignacio Provéndola invitó a imaginar dónde trabajaría Fabián Polosecki si estuviera vivo. La pregunta “¿En un blog?” figuró entre las hipótesis barajadas al comienzo del texto sobre el homenaje que a fines de marzo se le rindió al inolvidable conductor de El visitante y El otro lado.
Son varios los periodistas argentinos que montaron su propio blog para publicar el trabajo que no quieren o no pueden publicar en un medio con fines de lucro. Entre ellos se encuentran Juan Salinas, Santiago O’ Donnell, Gerardo Fernández, Sergio Villone, Claudio De Luca. Aunque estos referentes la legitiman, la pregunta de Provéndola sorprende (gratamente) porque circula a contramano de dos creencias generalizadas: el blog 1) es una herramienta de publicación menor, para aficionados y 2) dejará de existir en breve.
Las antes llamadas “bitácoras” se acercan bastante al ideal de medio independiente mientras se mantengan a una distancia prudencial de la lógica comercial que manda en las grandes empresas periodísticas. Dada la trayectoria profesional de Polosecki, es un acierto imaginarlo por lo menos interesado en esta alternativa.
Dicho esto, vale preguntar si Provéndola -u otro cronista en su lugar- habría barajado la hipótesis blogger dos o tres años atrás. Quizás no, porque en 2013 y 2014 parecía haber más opciones laborales que las otras tres enumeradas en el artículo citado: un suplemento del mismo Página/12, una revista independiente, el convulsionado Tiempo Argentino.
En otras palabras, es posible que esta llamativa referencia a los blogs esté relacionada con el presente comunicacional de nuestra Argentina, es decir, con la progresiva imposición de un discurso dominante empecinado en silenciar y/o invisibilizar toda intervención disruptiva. Desde esta perspectiva, si Polo viviera y se mantuviera fiel a su manera de entender y ejercer el oficio periodístico, tal vez montaría una bitácora para hacerle frente a la reducción de espacios destinados a difundir trabajos extraordinarios (en el sentido literal del término) como el suyo.
Acaso sin proponérselo, Provéndola reivindicó el blog; lo liberó de la mirada condescendiente que cada tanto reactiva los dos prejuicios enumerados más arriba; lo legitimó al imaginarlo de interés para un periodista admirado y extrañado.
Espectadores cumple su primera década de vida online en este contexto nacional a la vez indigesto y desafiante. Indigesto porque ciertamente cuesta asimilar las implicancias del desmantelamiento que la alianza Cambiemos lleva adelante desde que tomó las riendas de nuestro país, en diciembre pasado. Desafiante porque las características de la punta de lanza comunicacional de este proceso destructivo exigen cierta reformulación de la actividad blogger, un esfuerzo editorial que le dé sustancia a la revalorización de esta herramienta de publicación.
En eso estamos aunque no se note. Hace rato miramos estos diez años como si fueran pinos de un juego atípico de bowling, que debemos tumbar y luego -también- reubicar, no necesariamente en la posición anterior.