"The Wonder Boy Preacher" ha muerto. Como los buenos. Al pie del cañón y a punto de dar su concierto en Amsterdam. Solomon Burke, un talento en estado puro, un ritmo que ni sus 200 kg paraban. El hombre que fusionó como nadie el rock y el soul y que predicaba su amor por los demás (sobre todo si eran mujeres) desde el púlpito, desde su vida, desde sus canciones. Llegué tarde a él, con su nuevo álbum del 2002, "Don't Give Up On Me". Canta con una voz increíble, se rodea de grandes músicos y le dice a la gente lo que tantas veces le habían negado a él: "que no os echen", "no dimitáis de la vida", "todas las monedas tienen dos caras: explora tu otra cara". Creed en vosotros mismos. No hay nada imposible: "Nothing's Impossible" (su último disco). Le he disfrutado sobre todo solo, en el coche, paladeando su ritmo, pensando en sus letras, gozando con su alma, un cruce que siento muy mío, entre el rock y el soul. Un querido amigo ha escrito una bella nota, con el enlace a otro vídeo, que no os podéis perder: cantar, con los Blind Boys of Alabama, que "there'is people still in darkness" tiene su miga...
Ando todavía en estado de shock cuando leo en la crónica desaventurada de Captain Tumor Man (qué tio es éste Joe Dressner), que otro "rey" acaba de morir: Marcel Lapierre. También he llegado tarde a Lapierre porque hace ya muchos años que, desde Villié-Morgon, propone vinos con la gamay que superan cualquier expectativa que las campañas publicitarias surgidas con el Beaujolais nos arrojen. Lapierre no tiene código escrito, Lapierre jamás ha teorizado sobre cómo trabaja en el viñedo o en la bodega, pero Lapierre es uno de los estandartes del vino natural en Francia. Nadie pone en duda qué significa "vin naturel": sencillamente, se bebe un vino de Marcel Lapierre y se sabe. Aquí no hay secretos: él decía que hacía el mismo vino que habían hecho y bebido su padre y sus abuelos. Quizás un poco mejor...decía. Su hijo Mathieu está en el mismo sitio que él, pero eso no nos quita el desconsuelo por la muerte de un hombre en lo mejor de su vida. Siempre tendremos el vino de los Lapierre muy cerca, como la música de Burke.
Mientras dudaba en escribir una nota de este tipo, preparaba la comida y sin meditarlo mucho, mi mano se fue a una botella que se ha convertido en mi pequeño homenaje para estos dos hombres. La bebía, la disfrutaba y el vino me hacía pensar en Burke y en Lapierre: quizás ni sabían el uno de la existencia del otro...Un vino hecho por un tipo que, se me antoja, es un poco como ellos. Toni Gelabert. Un hombre de una pieza, discreto, cabal, íntegro, sin códigos escritos pero con las ideas claras. Su Pinot Noir 2007 me gusta casi tanto como la 2006 (quizás necesite un poco más de botella) y digo, sin rubor, que es un vino que me recuerda al Morgon de Lapierre: un vino que se toma algo fresco y que, con 13%, parece de cualquier sitio menos de Manacor. Un vino que acompaña y seduce en la comida. Zumo de cerezas. Pinot delicada como la de Volnay. Mermelada de mora ácida. Frescor de manantial. Zarzaparrilla. Hierbabuena. Cereza picota. Nuez moscada y un toque leve de canela. Muy varietal, es un vino que tiene el poderío y la garra de la música del Burke tardío y la amabilidad, el frescor y la fragancia de la gamay de Lapierre. Un vino que te agarra a la vida: a Burke y a Lapierre, no les echéis de vuestras vidas. Si todavía no habéis llegado a Toni Gelabert, ¡no tardéis!

La foto de Toni Gelabert es de Marcelo Isarrualde.
