Revista Arte

¿Dónde estás, Ai Weiwei?

Por Bill Jimenez @billjimenez

¿Dónde estás, Ai Weiwei?

El pasado domingo saltaba la noticia: El artista chino Ai Weiwei (Beijing, 1957) era detenido en el aeropuerto de Beijing junto a su amigo Wen Tao, y como todas las desapariciones de gente incómoda para el régimen chino, su actual paradero y motivos de detención son un misterio. Los imprecisos argumentos de las autoridades han desatado una ola de protestas a lo largo del globo, desde compañeros de oficio a políticos y diplomáticos que automáticamente han exigido explicaciones al gobierno chino. Este, naturalmente, tira balones fuera del campo, alegando la ya clásica persecución de occidente hacia ese feo hábito que tienen los sucesores de Mao por saltarse con total impunidad los derechos humanos.

Las lecturas, como en todos los conflictos que implican más de dos personas, son variadas y con tendencia a lo variopinto, como esas irregularidades económicas de las que se le acusan a Weiwei y que a nadie en el entorno del artista sorprenden (como excusa, claro, porque hasta el momento no hay pruebas de que haya cometido delito alguno). Tanto sus asistentes como su familia temían este momento, el instante en que Ai tuviera que responder por manifestaciones tan humanas pero poco patrióticas como listar los nombres de los niños fallecidos en los colapsos de las escuelas de Sichuan durante el terremoto de 2008. Denunciar públicamente la debilidad de esas infraestructuras fue la gota que colmó la, también débil, paciencia de sus camaradas.

Ahora, todos son preguntas: ¿Cuánto tiempo retendrán a Weiwei, que por otra parte no goza de buena salud? ¿Qué peso pueden tener las voces de los coleccionistas occidentales cuando la mayoría ya han expresado su repulsa hacia la detención? ¿Está el arte en China condenado a tener la personalidad que le dicten?

Demasiadas preguntas y una tremenda ironía: En la misma semana de la detención de Weiwei, Bob Dylan dio un concierto en Beijing ante 6.000 personas, un concierto cuyo programa había sido aprobado con antelación y que pone de manifiesto las tremendas contradicciones del régimen, en las que se vende una imagen de cambio y progreso frente a las prácticas dictatoriales como hacer desaparecer a una persona e interrogar con evidentes abusos de fuerza a la gente de su entorno.

Por suerte, la red está ahí para denunciar esta clase de injusticias. De las muchas noticias de apoyo y censura al drama del artista, me quedo con la artimaña de los usuarios de Sina (el Twitter chino) para evitar a los censores. En lugar de escribir el nombre del detenido, usan “ai weilai”, que viene a traducirse por “ama el futuro”.

Quizá hasta quede esperanza en el mundo.


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