A pesar que todo adulto pasó por la etapa infantil, difícilmente existe alguno que entienda lo que hay en la mente de un niño; si alguien lo comprende no lo tolera. Es algo paradójico, quizá justificado, porque en la niñez no se tiene el nivel necesario de conciencia, por eso cuando se es mayor no se llegan a comprender los berrinches, el aburrimiento, la hiperactividad; en fin, todos los estadios emocionales de un chiquillo.
En la actualidad la cosa se complica, pues el bombardeo de la televisión, la Internet, y todos los avances tecnológicos, hacen más grande la brecha entre niño y adulto.
Adam Spiegel (Maryland, 1969), más conocido como Spike Jonze, es un director de cine cuyas películas escarban las zonas profundas del pensamiento. Aunque sus títulos más conocidos fueron realizados en colaboración con ese maestro de la escritura llamado Charlie Kaufman, su obra tiene el sello particular de los artistas; tanto Being John Malkovich, como Adaptation, buscan entrar en la mente de los protagonistas y desde esa perspectiva contar la historia; mostrar el fluir de conciencia en pantalla.
El más reciente trabajo de Spike Jonze se llama: Donde viven los monstruos, título en español para: Where the Wild Things Are. La película está basada en el libro de igual nombre, un pequeño cuento ilustrado, cuyo autor es Maurice Sendak. El volumen consta de once páginas, en donde los dibujos ocupan casi todo el espacio; cabe decir que es un muy buen cuento.
Jonze toma el libro y, fiel a su estilo, lo retuerce un poco. Max, el protagonista, es un niño de nueve años, quien siempre está solo, porque su hermana es mucho mayor que él y la madre trabaja. Una noche, en un estallido de rabia, sale corriendo de su casa, hasta que se encuentra con una pequeña embarcación, se sube, navega y llega a una isla poblada de monstruos; al principio se lo quieren comer, pero luego los convence que él será su rey.
Se trata de una cinta que mezcla personajes reales con animados, pero es animación más tradicional, en donde los monstruos están construidos con disfraces y la expresión facial fue realizada por computadora. Los muñecos se apegan fielmente a los originales; el resultado es brillante.
Cómo el director explica, no es un filme para niños; después de verlo se le da la razón, pues es un intento de penetrar en las motivaciones, en el por qué del comportamiento infantil. El protagonista se enfrenta a una especie de iniciación temprana, en donde tendrá que confrontarse a sí mismo, verse en un espejo de múltiples reflejos, cada uno con su particular forma de ser y que, al final, representan las emociones de Max.
Filmada con gran sensibilidad, pero sin concesiones, Donde viven los monstruos es una gran metáfora, no sólo de los monstruos infantiles, también de los que viven en cada una de las personas. Tomando acciones que parecen travesuras se llega a representar la condición humana; actos triviales o inocentes, que fácilmente llegan a convertirse en maldades.
Las voces de los monstruos están a cargo de actores reconocidos, como ya es costumbre en las producciones de animación: Chris Cooper, James Gandolfini, Catherine O'Hara y Forest Whitaker. Los adultos son: Catherine Keener, Mark Ruffalo. El niño es interpretado por Max Records, quien logra una excelente actuación. Cuenta el director que tuvo que hacer una infinidad de trucos en el set para extraer las más genuinas emociones de Max; incluso llegó él mismo a hacer las veces de tragafuego.
Spike Jonze consigue meterse, en alto porcentaje, en la mente del niño y lo muestra de gran forma en la pantalla; su recreación de lo que apenas se sugiere en el libro es formidable.
Calificación 9/10