El primero. El último encuentro de la Acadèmia Catalana de Gastronomia (ACG) tuvo lugar en el restaurante Can Roca de Girona (barrio de Taialà). Fue una comida intensa y emotiva, muy bien pensada por Luis Pérez Desoy en conversaciones con la Sra. Fontané (madre de los hermanos Roca Fontané y alma mater del restaurante y de tantas otras cosas: a ella íbamos a homenajear) y con Joan Roca, para los platos que se iban a servir; para las combinaciones entre platos y vinos, la charla y la selección fue con Josep Roca. Es ésta una cocina sin artificios, muy del Empordà al natural, en que las cosas saben porque son. Los vinos elegidos siguieron ese hilo (incluso el primero, un Colet-Navazos 2007). Joan Ras y yo mismo nos propusimos describir en qué consistió la emoción de ese encuentro. Si os apetece, podéis leerlo aquí.
El segundo. Ayer estuve en la presentación (en Barcelona) del festival Sons del Món, que promete emociones también intensas en escenarios de privilegio del patrimonio cultural de Girona. Pero no quería hablar de eso, no ahora. Al salir, pensé que me apetecía mucho aprovechar los restos del día para tomar un vino como los dioses mandan. Y el perfil sinuoso, breve, de dos callejuelas de la Ribera me plantó ante el nuevo local de mis amigos de L'Ànima del Vi, en la c/ Vigatans, 8, de Barcelona. El sitio es agradable, muy convival, y tiene una barra que impresiona. Sobre ella, una pizarra canta los vinos por copas (todos naturales, en el sentido de sin sulfitos, ¡aunque muchos de ellos tienen otras grandes virtudes!) y las buenas cosas que tienen para picar: panes, embutidos de calidad, grandes quesos, patés...todo cocina fría, pero muy sabrosa y bien seleccionada. En las estanterías, las botellas vacías (con su precio) indican el estado de la carta de vinos: un sitio para perderse horas y días, comiendo y bebiendo de lujo. A un precio muy razonable...Tomé un aperitivo, ayer, de los que dejan huella: pan con tomate del Baluard (calentito, delicioso), jamón de Trevélez (qué quieren, me vuelve loco) y el Rosé Bohème de Peyras. Ese punto de carbónico y ese mínimo de azúcar residual quedaron de maravilla con ese especial jamón de altura. Volveré. Y mucho.