Revista Expatriados

Dos hipótesis originales sobre Jesucristo

Por Tiburciosamsa


Robin Lane Fox es un historiador ateo que en “The Unauthorized Versión. Truth and Fiction in the Bible” trata de acercarse a las Sagradas Escrituras con mentalidad de historiador. En dicho libro formula un par de hipótesis originales sobre Jesucristo, que me han llamado la atención, porque no son las cosas que uno está acostumbrado a oír.
1ª hipótesis
Ya forma parte de la tradición decir que Jesucristo murió a los 33 años, es decir, cuando se encontraba en la flor de la edad. Ciertamente que ya no era joven joven, pero podemos pensar en él como en un maduro joven interesante. Hipótesis de de Lane Fox: ¿y si Jesucristo hubiese tenido más bien los cuarenta largos y sufriese de vista cansada y de problemas con el colesterol?
Voy a utilizar los datos que proporciona, aunque no voy a seguir necesariamente su razonamiento. Lane Fox cree que Jesucristo fue crucificado el 30 de marzo del 36. Hay varios datos que Lane Fox estima verosímiles: Jesucristo empezó su ministerio después del encarcelamiento de Juan el Bautista y su predicación duró tres años; su muerte ocurrió durante el gobierno de Poncio Pilatos quien gobernó Judea entre el 26 y finales del 36. Juan el Bautista comenzó a predicar entre el 28 y el 29. Su prisión se debió a que imprudentemente le tocó los perendengues al gobernante de Galilea, Antipas, al criticarle por su boda con su cuñada Herodías. Siguiendo los datos que ofrece Flavio Josefo en “Antigüedades Judias”, podemos estar razonablemente seguros de que la boda tuvo lugar hacia finales del 33. Ello nos daría que la predicación de Jesús habría comenzado a comienzos del 34.
Ahora bien, ¿qué edad tenía entonces? Lucas dice que en torno a los treinta años y así sumando a esos treinta los tres de predicación, llegamos a la edad tradicional de los 33 años que tenía en el momento de la crucifixión. Pero si Jesucristo murió en el 36, las fechas empiezan a no cuadrar.
Los evangelios quieren ser tan precisos sobre las circunstancias históricas en las que nació Jesús que acaban incurriendo en contradicciones y liándose ellos solos. Veamos lo que dice cada uno de ellos:
+ Marcos: El evangelista más antiguo comienza su historia directamente con el bautismo de Jesús por Juan el Bautista. No hay referencias a su nacimiento ni a su infancia.
+ Mateo: Dice que Jesús nació en tiempos del rey Herodes, el cual sabemos que murió el 4 a.C. También dice que su nacimiento coincidió con un acontecimiento astronómico, “la aparición de una estrella”. Ha habido muchas hipótesis sobre lo que pudo haber sido esa estrella: un cometa, una rara conjunción planetaria… Yo tengo una hipótesis más sencilla: dado que estaba muy extendida la creencia de que los nacimientos y las muertes de los grandes hombres eran precedidas por portentos en el cielo, nada más sencillo que meter una estrella en la historia para hacerla más bonita. 
+ Lucas: Quiere dar tantos detalles que se acaba liando. También  dice que Jesucristo nació en tiempos de Herodes, o sea, antes del 4 a.C. Su nacimiento coincidió con el primer censo ordenado por el gobernador de Siria, Quirino, por mandato del Emperador Augusto. Mencionando a Quirino y al censo, Lucas se pasa de listo: el censo a que alude, se produjo realmente, pero en el 6 d.C. Además, Galilea entonces no estaba bajo control directo de los romanos, con lo que el censo que sí afectó a Judea, no la afectó.
El problema con Lucas es el siguiente: era vox populi que Jesús procedía de Nazareth de Galilea, pero existía una profecía muy bonita que decía que el Mesías nacería en Belén. La historia del censo queda que ni pintiparada para hacer nacer a Jesús en Belén sin contradecir lo que todo el mundo sabía: que Jesús provenía de Nazareth.
+ Juan: No da datos sobre la fecha de nacimiento de Jesús.
¿Cuándo nació realmente Jesús? Si asumimos que lo de Quirino y el censo que nos cuenta Lucas, realmente era sólo para que cuadrase su nacimiento en Belén, resultaría que lo más probable es que naciese en tiempos de Herodes, con lo que en el 36 Jesucristo estaría a punto de entrar en la crisis de los cuarenta. El razonamiento de Lane Fox de porqué piensa que murió en el 36 me parece bastante convincente.
Pero aún hay más. Lane Fox saca a colación un comentario que le hacen los judíos y que aparece en Juan 8:57, que es de lo más curioso. Jesús se ha preciado de conocer a Dios, igual que Abraham. La réplica es: “¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?” Lane Fox señala que no había ningún motivo especial para decir “cincuenta”. “Treinta” o “sesenta” también habrían funcionado. De este comentario, Lane Fox infiere que Jesús podía estar entonces en la cuarentena.
Dentro de lo poco que sabemos de Jesús, el razonamiento general de Lane Fox me parece convincente. En lo sucesivo me imaginaré a Jesucristo en la cruz cuarentón, con la barba entrecana y algún diente caído. 
2ª hipótesis
El evangelio de Juan es el más tardío y se escribió con unos esquemas teológicos en la cabeza. Lo que ocurrió es reinterpretado para que se ajuste al mensaje que se quiere transmitir. Mientras que los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas están claramente interrelacionados, el de Juan va por libre. Sin embargo, Lane Fox estima que el más próximo a la verdad histórica es el de Juan. Su tesis es que el evangelio de Juan lo escribió un discípulo que realmente conoció a Jesucristo, mientras que los otros tres evangelios son de autores que escribieron de oídas.
A Lane Fox le llaman la atención algunas alusiones curiosas del evangelio. Por ejemplo tras la resurrección: “El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: "Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. "Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo,y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.” En la Última Cena también tenemos referencias a “uno de sus discípulos, el que Jesús amaba”.
Al final del evangelio tenemos: “Pedro se vuelve y ve siguiéndoles detrás, al discípulo a quién Jesús amaba, que además durante la cena se había recostado en su pecho y le había dicho: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?" Viéndole Pedro, dice a Jesús: "Señor, y éste, ¿qué?" Jesús le respondió: "Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme." Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: " No morirá", sino: "Si quiero que se quede hasta que yo venga." Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.” Aquí, quien quiera que editase el evangelio, da a entender que las alusiones al discípulo muy amado es el autor del evangelio. Esta atribución se convirtió en tradicional y Lane Fox piensa que es correcta.
El autor del evangelio de Juan tenía un cierto manejo del griego y una cierta educación, pero no escribía un griego elegante. Estaba al tanto de las traducciones al griego de la Escritura, que a veces se reflejan en su redacción. El autor era claramente judío: muestra un buen conocimiento de las tradiciones judías (por ejemplo, que la circuncisión no podía realizarse en el sabbath) y sus expresiones a veces tienen un curioso paralelismo con las de los rollos del Mar Muerto (“hijos de la luz”, “agua de vida”). Un detalle llamativo que Lane Fox menciona: Juan habla de la piscina de Beteshda que tenía cinco pórticos; muchos siglos después los arqueólogos la descubrieron y efectivamente tenía cinco pórticos. Éste y otros muchos pequeños detalles demuestran que Juan era alguien que sabía de lo que hablaba, que había estado allí. Por otro lado, las precisiones que se sentía obligado a dar sobre costumbres judías indican que estaba escribiendo, posiblemente lejos de Judea, para gentiles que necesitaban aclaraciones.
Lane Fox añade dos precisiones más sobre el autor del evangelio de Juan. Una es que sus referencias a la piedad judía son anteriores al 70 d.C., es decir, anteriores a la destrucción del Templo de Jerusalén. La otra, ya advertida por otros autores, es su antagonismo hacia los judíos.
Con todo esto, el perfil del autor del evangelio de Juan, que traza Lane Fox, es el siguiente: fue un discípulo que estuvo muy próximo a Jesús y que fue testigo directo de hechos como su proceso y su crucifixión. Era de origen judío, pero escribió fuera de Judea para un público gentil y con un buen grado de animadversión hacia los judíos. En cualquier caso, viniendo de un testigo directo, su evangelio es más de fiar que los otros tres, aunque la postura tradicional haya sido la contraria.

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