No, no tengo ninguna intención de iniciar un guerra religiosa en favor o en contra de estos populares “cyberlockers”. Ni siquiera voy a hablar de ellos, al menos no de forma directa, sino de los paradigmas que representan cada uno y de cómo pueden cambiar la forma en que gestionamos nuestra productividad.
Ultimamente se está poniendo de moda el asunto de almacenar en la nube, y hasta Google y Microsoft se han subido al carro recientemente con sendas propuestas. Sin embargo, iCloud, de nuevo una herramienta puesta en la mesa por Apple, ha traído una visión distinta de lo que debe suponer el almacenamiento en la nube. Pero antes de que me lluevan improperios, una aclaración. Aunque en los últimos dos años he caído bajo el influjo del ecosistema de Apple, no me considero un “fanboy”. O al menos me creo lo suficientemente abierto de entenderas como para no aceptar cualquier cosa que venga de los chicos de la manzana.
Habiendo sido “pecero” desde que tengo uso de razón, y proponente del software libre y de Linux durante muchos años, si he decedido moverme por la senda de Apple ha sido por la fantástica experiencia de usuario que proporcionan en todos sus productos y servicios –bueno, o casi en todos–. Uno ya se va haciendo un poco mayor, y un poco sibarita también. El tiempo apremia, y prefiero emplear mi tiempo productivamente que “perderlo” tratando de arreglar las cosas que no funcionan como quiero. Así que este artículo no trata de defender un producto o una marca, sino de apoyar un concepto.
Hasta ahora, todos los servicios de almacenamiento online, incluido su máximo exponente, Dropbox, han seguido el paradigma clásico de archivos y carpetas –o para los que nacimos mucho antes del 90, los directorios de toda la vida–. Uno crea carpetas y más subcarpetas, y clasifica los archivos como mejor le parece en función de los criterios más variados. Como sucede con un archivo en papel, el asunto es más o menos manejable cuando tienes pocos archivos, pero la cosa se complica cuando el volumen rece. Llega un punto en que ya no sabes si la factura del coche va en la “C” de coche, o en la “F” de factura.
Lo que iCloud propone es olvidarnos de la necesidad de clasificar y buscar archivos, y poder acceder a ellos desde la propia aplicación que los genera de forma transparente. Simplemente abres Numbers y ahí está el presupuesto con el que has estado trabajado en la oficina; o le dices a Keynote que cree una presentación, y no te tienes que preocupar ni de cómo ni de dónde lo almacena. No importa si estás en tu ordenador, tu smartphone o tu tableta, ahí están los documentos listos para trabajar con ellos. No me vas a negar que desde un punto de vista productivo esto es genial.
Por supuesto, iCloud todavía está lejos de ser lo que digo. Por ejemplo, no tengo nada claro cómo manejará decenas o cientos de documentos una misma aplicación –quizá no nos libremos del todo de algún tipo de clasificación de archivos–. Y aunque ya es posible trabajar desde los dispositivos iOS, todavía no es posible hacerlo desde el ordenador –aunque la próxima versión del sistema operativo, Mountain Lion, parece que traerá esta nueva función–. Sin embargo, esa no es la cuestión, sino la dirección que representa iCloud, y todo parece que en los próximos meses y años veremos nuevos conceptos ligados a este paradigma.
Hoy por hoy es evidente que Dropbox, y la miriada de servicios a-la-Dropbox que hay por ahí, todavía tienen mucho recorrido por delante. Siguen siendo la mejor opción para mantener archivos online que no generamos nosotros mismos. Pero creo sinceramente que de nuevo Apple está mostrado el camino, como ya sucedió recientemente en el mundo de los smartphones y de las tabletas, y los demás no parecen querer seguirlo. Veremos como se desarrollan los acontecimientos durante los próximos meses. Pero si las cosas son como imagino, y dado que Apple controla el paquete completo, desde el hardware hasta el servicio web, es posible que en poco tiempo estemos de nuevo ante la situación de que nadie pueda hacerles sombra, tampoco en esto del almacenamiento en la nube.
Por mi parte, llevo usando iCloud desde octubre del año pasado, más de 6 meses ya, y estoy encantado. Tengo mi sistema GTD (Recordatorios, Notas, Calendario, Mail…), mis borradores de escritos (iA Writer), documentos (Pages), hojas de cálculo (Numbers) y presentaciones (Keynote), todo perfectamente integrado con iCloud. Y eso que sólo estamos al principio del camino. No puedo esperar a ver qué es lo que vendrá dentro de un año.
El debate está servido. ¿Qué opinas del nuevo paradigma que supone iCloud? ¿Le ves algún futuro? Comparte tu opinión en un comentario.
Artículo original escrito por Jero Sánchez. Sígueme en Twitter.
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