El árbol de lima

¿Qué sabemos sobre aquellos fenómenos que trascienden nuestra estrecha experiencia local y cotidiana? ¿Qué llegamos a conocer, por ejemplo, del (por llamarlo de alguna manera) conflicto palestino-isarelí? Con toda seguridad, números. Principalmente, números del crimen: decenas de muertos en un atentado, miles de muertos en un bombardeo. No hay criterio de noticiabilidad más fuerte que ése: las posibilidades de disfusión de un suceso en los medios masivos de comunicación es directamente proporcional a la cantidad de muertos que produzca.
Esta pasión morbo-cuantitativista, empero, constriñe el pensamiento sobre esas realidades más de lo que lo propicia. ¿Qué es nacer y criarse en un campo de refugiados? ¿Qué es vivir en un territorio ocupado por un Estado que trata a sus habitantes como ciudadanos de segunda, cuando no como enemigos directos de la seguridad nacional (de la nación privilegiada, se entiende)?

El árbol de lima nos ofrece un punto de partida para volver comprensibles, imaginables, aquellos mundos que subyacen detrás de los guarismos amarillistas. A una colonia israelí contigüa a la propiedad de Salma Zidane (una mujer palestina que vive en la línea verde cisjordana) se muda un vecino muy particular: el Ministro de Defensa de Israel. A partir de su llegada, el medio de subsistencia de la protagonista (su pequeña plantación de limones) se verá seriamente amenazado, ya que los servicios de seguridad lo consideran un potencial refugio de "terroristas" y, por ende, pretenden talarlo. Salma emprenderá una titánica pelea ante la justicia del Estado de Israel para defender el legado de su familia, aún sabiendo que las chances de una victoria son casi nulas.

La película, desde luego, abre el debate. Algunos comentarios que pueden leerse en internet hablan de una lectura maniquea del conflicto, que es equiparado a una versión de David y Goliat con los roles intercambiados. Cabría preguntarse si realmente no se trata de una pelea entre un gigante invencible y un escuálido con sólo un par de piedras en la mano. En todo caso, el valor innegable de El árbol de lima es que aporta a lo más profundo de la discusión: cómo son las vidas de esos hombres y esas mujeres que, desde dos tradiciones contradictorias y quizás menos irreconciliables de lo que se supone, deben convivir en un contexto político y económico que beneficia a unos y sojuzga a otros.

Muy recomendable.
Título original: Etz Limon
Dirección: Eran Riklis.
Guión: Suha Arraf y Eran Riklis.
Elenco: Hiam Abbas, Doron Tavory, Ali Suliman, Rona Lipaz-Michael y otros.
Esta película participó del XI Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos, 2009.