Revista Ciencia

El chasco de las Camelopardálidas

Por Angelrls @El_Lobo_Rayado
El viernes pasado me debatí entre escribir una nueva historia sobre estrellas Wolf-Rayet o comentar por aquí mis recelos ante el bombo de publicidad que estaba recibiendo sobre una posible nueva lluvia de estrellas, las Camelopardálidas. Al final me decidí por lo primero. Curiosamente, en mi último post también mostraba mi inquietud al comprobar que muchos medios de comunicación recogían como línea titular "Astrofísicos descubren que las estrellas Wolf-Rayet explotan como supernova" en lugar de decir "Astrofísicos confirman con observaciones que las estrellas Wolf-Rayet explotan como supernova". Pueden parecer similares pero ambos titulares no son lo mismo. Vale, quizá me estoy volviendo muy quisquilloso últimamente. ¿O será la edad?
El chasco de las Camelopardálidas
Vista del cielo en dirección Norte desde latitudes de unos 40º N. El radiante de las Camelopardálidas se muestra con un círculo rojo, muy cerca de la estrella Polar. Crédito: International Meteor Organization.
A lo que iba: ¿qué ha pasado con las Camelopardálidas? Si el lector se está encontrando por primera vez con este nombre de trabalenguas, aclararé que se trata de una posible nueva lluvia de estrellas, que según algunos modelos teóricos podría ocurrir en la madrugada - mañana del sábado 24 de mayo (horario español). Como es habitual en las lluvias de estrellas el nombre deriva de la constelación desde la que parece que vienen las estrellas fugaces. Ejemplos famosos: las Perseidas vienen de la constelación de Perseo mientras que las Leónidas provienen de la constelación de Leo. Así, las Camelopardálidas provienen de la constelación boreal de La Jirafa, o Camelopardalis, un conjunto de estrella débiles localizado entre la Osa Menor, la Osa Mayor, Casiopea, Perseo y Auriga.
El causante de esta posible nueva lluvia de estrellas sería el cometa 209P/LINEAR, un cometa de periodo corto (tarda unos cinco años en completar una vuelta al Sol) descubierto en febrero de 2004 por el proyecto LINEAR (Lincoln Near-Earth Asteroid Research). Curiosamente, se identificó primero como un asteroide (2004 CB), pero poco después mi colega Robert H. McNaught desde el Observatorio de Siding Spring (Australia) descubrió que tenía coma y, por tanto, era un cometa. Estos días está en nuestros cielos, pasando su perihelio (punto más cercano al Sol) el 6 de mayo, y alcanzará su mínima distancia a la Tierra el próximo jueves 29 de mayo, cuando esté a 8.3 millones de kilómetros de nuestro planeta. No obstante, dada su cercanía al Sol y poco brillo (magnitud de 16) es un objeto difícil de ver incluso para los expertos. No en vano se estima que su tamaño es de sólo unos 600 metros.
El chasco de las Camelopardálidas
Cometa 209P/LINEAR observado el 14 de abril de 2014, cuando tenía una magnitud de 17. No gran cosa, ¿verdad? Crédito de la imagen: Ernesto Guido, Nick Howes, Martino Nicolini.
Según algunos modelos teóricos, la Tierra se encontraría el 24 de mayo con los restos liberados por el cometa 2009P/LINEAR en sus pasos por el perihelio entre los años 1803 y 1924. Aunque algunas predicciones proponían que podrían alcanzarse los 200 meteoros por hora, otras sostenían que esta tasa podría alcanzar los 1000 meteoros por hora, entrando así en la categoría de tormenta de meteoros. Además, el mejor sitio para ver esta posible lluvia era Norteamérica. Y es aquí donde comenzó todo: multitud de medios de información, blogs, redes sociales y demás recogían que "habría tormenta de meteoros el 24 de mayo". Incluso se llegó a hacer este tipo de publicidad:
El chasco de las Camelopardálidas
Un cartel anunciador de la posible tormenta de meteoros de las Camelopardálidas. Dice: "Súper-tormenta de meteoros: muy pronto". Visto en la página Beforeitsnews.com.
También NASA se unió al aviso de la posible nueva lluvia de estrellas, llegando a preparar vídeos sobre ella. Lo que más me llamó la atención es que el bombo de este posible evento llegó incluso a Australia (muy influenciada por Estados Unidos en muchos temas), donde también alcanzó cierta popularidad durante la semana... ¡cuando desde el hemisferio sur la constelación de Camelopardalis, y por tanto una lluvia de estrellas con el radiante en esa zona del cielo, no se pueden ver! Claro, algunos proponían que se siguiera a través de internet y, en efecto, no fueron pocas las páginas que se habilitaron a tal efecto. Ciertamente, las predicciones estaban ahí, la misma International Meteor Organization (IMO) anunciaba que podría ser la lluvia de estrellas de la década, solicitando a los observadores que enviaran sus datos.
Bien, quiero repetir mi escepticismo original sobre lo que podría ocurrir en esta nueva lluvia de estrellas. Si me seguís por Twitter (y si no, ¿a qué esperáis?) veréis en mi línea de tiempo de los últimos días que había dejado patente mi cautela al respecto. ¿Por qué? Pues porque ya han pasado estas cosas con anterioridad. Como muy bien comentaba Paco Bellido por FB, los astrónomos aficionados sabemos tomar con prudencia tales avisos de "posible lluvia de estrellas". Pero mucha gente, sobre todo abrumada por la información que llega desde todos lados y, en muchos casos, exagerada como medio para hacer publicidad, no lo sabe. Luego, después de un madrugón y de pasar frío a las tantas de la noche en una montaña helada, llega la tremenda decepción de no haber visto ninguna lluvia de estrellas. Si incluso con las Perseidas, que sabemos es una lluvia que tiene actividad, mucha gente se va decepcionada a casa porque sólo ha visto unos pocos meteoros en lugar de los cientos que habían prometido las noticias, ¿qué esperábamos podría pasar si las Camelopardálidas no eran lo que algunos decían?
¿Y qué ocurrió? Pues casi nada. Aquí están los resultados de IMO, obtenidos usando sólo alrededor de una treintena de observaciones individuales.
El chasco de las Camelopardálidas
Gráfico que muestra la Taza Horaria Cenital (ZHR por sus siglas en inglés) con respecto al tiempo. Aparece un pico de actividad de unos 20 meteoros a la hora en la madrugada del 24 de mayo. El diagrama se irá actualizando según lleguen más datos. Comparar este gráfico con el de las Perseidas del año pasado, donde se observa un claro pico de 110 meteoros/hora, estando la actividad por encima de los 40 meteoros/hora por 4 días. Crédito: International Meteor Organization.
Como se puede ver en la figura, ciertamente aparece un pico de actividad en la madrugada del 24 de mayo, pero es de sólo unos 20 meteoros a la hora como máximo, muy lejos de los 200 ó 1000 meteoros a la hora previstos. Algunos observadores han informado de algún bólido (estrella fugaz muy brillante) durante la noche, pero estos ocurren sin necesidad de que haya una lluvia de meteoros. En Universe Today, el astrónomo Bob King comenta que sólo contó 10 meteoros asociados a las Camelopardálidas durante dos horas y media. La mayoría eran lentos y de colores naranja y amarillos. Algunos dejaron estelas persistentes por varios minutos, como muestra la siguiente imagen.
El chasco de las Camelopardálidas
Estela persistente de color amarillo-naranja producida por un meteoro de las Camelopardálidas sobre la constelación de Casiopea, en la madrugada del sábado 24 de mayo de 2014 desde el medio-oeste estadounidense. La imagen tiene 2 minutos y medio de exposición, aunque según el observador estuvo brillando por unos 20 minutos. Crédito de la imagen: Bob King, Universe Today.
Sí, ciertamente actividad hubo, pero muy lejos de las predicciones optimistas de al menos 200 meteoros a la hora que han repetido hasta la saciedad muchos medios. Repito: aquí el problema ha sido el cómo se anuncian y se publicitan estas cosas al público. Se debería decir e insistir: "modelos teóricos sugieren que podría haber una tormenta de meteoros" en lugar de prácticamente anunciar "habrá tormenta de meteoros". Sí, como dije al principio, estoy quisquilloso con la manera de decir las cosas. Pero es que creo humildemente que los medios (¡y todos nosotros!) debemos aprender a matizar los anuncios de noticias científicas. ¡Y no exagerar!
Ahora bien, y concluyo: no penséis que lo que estoy diciendo es que no deberíamos haberle hecho caso a estas predicciones y de que no fuéramos a ver el cielo esa noche. Todo lo contrario, ¡había que ir a ver qué pasaba con la posible lluvia de estrellas de las Camelopardálidas! Yo mismo lo habría hecho si hubiese estado en la parte correcta del globo. Mirar al firmamento en una noche oscura es siempre reconfortante y espectacular, sin necesidad de telescopios o lluvias de meteoros. Así habría que haber ido pensando "quizás pasa algo, pero lo más probable es que no". Esto es, con las ideas claras de que en estas predicciones faltaban datos importantes. ¿Qué observaciones teníamos en el siglo XXI de un cometa diminuto de 600 metros que se descubrió en 2004? Pero quizá nuestras observaciones ayudan a redefinir otras predicciones futuras e ir mejorando nuestro conocimiento de los cometas y las lluvias de estrellas.
¿Y si los modelos teóricos hubieran acertado? Entonces ¡vaya espectáculo nos habríamos llevado! ¿Te lo habrías perdido?

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