Aunque suene a película de Tarantino, este exclusivo y extraoficial club estaba formado por miembros de las tripulaciones de los bombarderos estadounidenses Boeing B-17 Flying Fortress y Consoloidadted B-24 Liberator de la Octava Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, debido a la defensa aérea de los cazas de la Luftwaffe y las baterías antiaéreas Flak, las probabilidades de sobrevivir de la tripulación de un bombardero no llegaban al 30%, el equivalente a unas 15 misiones. Asi que si algún miembro de las tripulaciones cumplía con todas sus misiones entraba en el Club de los Bastardos Afortunados (Lucky Bastard Club). Algunos grupos de bombardeo los llamaron Certificado de Valor o simplemente emitieron una carta de certificación de las misiones realizadas. Cumplir con el total de las misiones tambien era premiada con la Cruz de Vuelo Distinguido.
Más de 6.500 B-17 y B-24 se perdieron en el teatro de operaciones europeo durante la Segunda Guerra Mundial. Y la bajas ascienden a 23.805 aviadores muertos en acción, 9.299 heridos y 26.064 capturados e internados en campos de prisioneros. Las bajas totales de las fuerzas aéreas estadounidenses en Europa, el Mediterráneo y el norte de África fueron más de 115.000.
Las tripulaciones luchaban en duras condiciones. Se enfrentaban al enemigo en un espacio reducido y frío alcanzando temperaturas de hasta 50º bajo cero, para lo que llevaban pesados e incómodos trajes de piel.
Las tripulaciones eran tan jóvenes que algunos ni se tenían que afeitar. Pilotaban cuatrimotores entes incluso de tener edad para poder conducir un automóvil o votar y la mayoría no había salido de los Estado Unidos o de su pueblo. Tal es el caso de Roy R. "Jack" Fisher, piloto del B-17 Mission Belle, que celebró su 22 cumpleaños, más de un mes después de completar su misión número 35.
Inicialmente las tripulaciones debían cumplir 20 misiones de bombardeo antes de ser licenciados o enviados a servicios más seguros. Según los aliados iban controlando los cielos y se iba acercando el final de la guerra aumentó el límite a 25 ya que se necesitaba a las tripulaciones más expertas. Lo cierto es que el número fue aumentando, hasta las 35 en octubre de 1944 y hubo tripulaciones que llegaron superar ese número. Asi, cuando se alcazaba el máximo de misiones los aviadores que lo conseguían recibían un certificado que les hacía merecedores de pertenecer al club.
Los miembros del Club de los Bastardos Afortunados tenían ciertos privilegios, como mesa reservada en los comedores, y hasta menú especial, o copas gratis en determinadas ocasiones, además de las que se cobraban con los Short Snorter, billetes de dólar o silver note, firmados por todos los miembros de una tripulación o escuadrilla y considerado un amuleto de la suerte.
De características muy parecidas estaba el Fleet Air Wing Seven, creado por las tripulaciones de la U.S. Navy y se otorgaba a las tripulaciones que habían superado su ronda de misiones de patrullas antisubmarinas en Europa.
Otro curioso club era el Caterpillar. A este club pertenecían los tripulantes que tras saltar del avión salvaban su vida, gracias a los paracaídas fabricados por la factoría Irving, El miembro de este club recibía un pequeño alfiler de una oruga y una tarjeta de pertenencia al Caterpillar emitidas por la empresa fabricante de los paracaídas.
Para saber más:
The Lucky Bastard Club: Letters to My Bride from the Left Seat, de Roy R. Fisher Jr.
The Lucky Bastard Club: A B-17 Pilot in Training and in Combat, 1943-45, de Eugene Fletcher
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