(c) Manuel Ibañez
La pesada herencia renacentista imprime un poderoso archivo visual a todo fotógrafo que aprecie la vida callejera de la ciudad. Y sirve de guía para entender como la luz crea un sello distintivo: el mediterráneo en todas las ciudades del sur de Europa y del norte de Afríca.A mi me gustan las ciudades “con luces tenebristas” como Marrakech, La Habana,Barcelona o la ciudad que vivo actualmente: Figueres.

Harry Gruyaert estaba tan hipnotizado por todo este tema, que decidió armar un proyecto tan subjetivo como especial: Lumieres Blanches;

(c) Harry Gruyaert. Quazazate 1985
Guiado por su percepción, Gruyaert deambuló durante años por ciudades de luces cálidas y luces frías para explicar un poco esa diferencia de pulsación cromática que me animo a decir es fundamental para que la estética del color tenga un significado documental.
(c) Harry Gruyaert. Irlanda 1984
Raymond Depardon, que de esto entiende y mucho, exploró la geografía urbana de Glasgow en la década del los '80 del siglo pasado, con la certeza de encontrarse en paisajes plomizos, oscuros de luces difuminadas, débiles e intentaba imantar la imagen con colores mínimos para darle potencia visual a la imagen.

(c) Raymond Depardon. Glasgow
“El color es la metáfora de la curiosidad” señala Depardon.“Glasgow parecía estar en las antípodas de mi fotografía. He fotografiado mucho el sur, Africa, el desierto. Y sin embargo el norte me va bien. En Glasgow no había guerras. Entonces, ¿qué podía fotografía? ¿a los niños en las calles?, ¿a los alcohólicos?, ¿el sorprendente decorado urbano?, ¿cuál era la distancia adecuada?”.

(c) Raymond Depardon. Harar, Etiopía, 2013
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