EL CONCIERTO - Sueños afinados

Hace unos días hablaba con una amiga sobre los sueños. No los de las interpretaciones freudianas sino los que nos hacen tener una ilusión.
Ambas coincidíamos en que los sueños nos hacen sentir vivos al intentar conseguirlos pero que el exceso de romanticismo nos jugó en el pasado malas pasadas que ahora nos hacían ser más racionales buscando siempre un equilibrio, a veces complicado pero no imposible.
Algo así vemos en parte de El concierto el intento de conseguir un sueño que parece un imposible, una búsqueda por restablecer las cosas a como debieron estar 30 años antes, una lucha por la música, por la igualdad, por la belleza, por el sentimiento más puro, por un momento de felicidad y de perfección.
Vemos la amistad, cuando nuestra ilusión desfallece, cuando la razón se vuelve pesimismo y desazón nos encontramos al personaje Sancho, fiel compañero del viaje de la vida de nuestro protagonista atormentado por la injusticia sufrida y que en los momentos de flaqueza le sirve de apoyo para que no se hunda.

Vemos que, cuando un grupo de seres humanos que tienen intereses artísticos comunes se unen, por muy diferentes que sean unos de otros, los nexos que se crean son difíciles de deshacer, pase lo que pase.
El Concierto es a veces fácil, e incluso previsible pero también es agridulce mostrando situaciones ácidas desde una perspectiva tierna logrando emocionar al espectador y consiguiendo que ame a cada uno de los personajes pues están perfectamente afinados en sus papeles tanto los protagonistas como por los secundarios.
Y la sociedad rusa se lleva un buen tomatazo.
Conmueve y hace empatizar siendo imposible no acabar llorando durante la escena final del Concierto para Violín de Tchaikovsky.
BEATRIX KIDDO