Revista Cine

El desafío (The Walk)

Publicado el 18 enero 2016 por Pablito

Cada temporada se estrenan películas que, aunque no logren la condición de clásicos instantáneos, contienen escenas que sí lo son. El desafío (The Walk), la última obra del incansable Robert Zemeckis, es una de esas películas. Basada en la novela del propio Philippe Petit, el primer y único funambulista hasta el momento en cruzar las Torres Gemelas de Nueva York sobre una cuerda, El desafío contiene varios fragmentos que son ya Historia del Cine, como la primera subida del protagonista a lo alto de una de las torres o el cuarto de hora correspondiente a la realización de su hazaña; una hazaña que en 1974 dio la vuelta al mundo y copó las portadas de los principales medios. Capitaneada por una leyenda como Zemeckis, director de clásicos como Forrest Gump (1994) o Regreso al futuro (1985), el film recurre a todos los avances tecnológicos para hacer lo más creíble posible esta increíble gesta, haciendo sentir al espectador el vértigo y el peligro que supone caminar sin ningún tipo de protección a más de 400 metros de altura. El extremo realismo visual, por tanto, es la principal baza de una película que, para su completo disfrute, conviene visionar en 3D. 

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El estreno del documental Man on Wire (2008) permitió a los que todavía no tenían constancia del que en su momento se catalogó como “el crimen artístico del siglo XX”, que lo conocieran. Su director, James Marsh, se apoyaba en todo tipo de material de archivo y testimonios para reconstruir este instante único en la vida del Hombre -con mayúsculas-, con la emoción como principal arma. De forma voluntaria o no, Zemeckis renuncia a esta emoción, ofreciendo un relato en el que la culminación del sueño del protagonista no viene acompañado de la inyección épica esperada; lo que debería ser el punto de inflexión de la película está narrado, lástima, como un acontecimiento más. Dejando de lado esta apreciación, huelga decir que El desafío es una película que te atrapa desde el minuto uno y que fluye con una facilidad pasmosa. La idea de que sea el propio protagonista el que narre el relato a cámara en primera persona es un jugoso aliciente de la obra de Zemeckis, quien convierte una historia aparentemente poco cinematográfica en un apasionante relato de superación personal, de intriga, de amor y de, incluso, espionaje. En un genial golpe de efecto, la película cambia radicalmente de piel a partir de su segunda mitad, cuando la acción pasa a desarrollarse en Nueva York. Será aquí donde Petit planifique su gran golpe junto a su equipo -un proceso que en la vida real duró 6 años-, haciendo que la película deje de lado el tono amable imperante hasta entonces para pasar a evocar al cine de espías de los años 70, haciendo si cabe más interesante la jugada.

La película tarda exactamente un segundo en sacar músculo y demostrar que a nivel técnico es insuperable. Es subir el telón y dejarnos anonadados con su primera escena. Imposible no remarcar ese increíble plano secuencia en el que apreciamos las Torres Gemelas -magnífica recreación la llevada a cabo por Zemeckis y su equipo- y unos planos aéreos bellísimos de la ciudad de Nueva York para terminar, mediante una proeza de cámara espectacular, con el protagonista subido en lo alto de la Estatua de la Libertad. Junto a la exigente técnica que exhibe en todo momento, el otro bastón indispensable de la película es su actor principal, un Joseph Gordon-Levitt que aparece en casi la totalidad de escenas, dando en todas síntomas de brillantez. El intérprete, que encaja como anillo al dedo a su personaje, se mimetiza a la perfección con él. Nadie como Gordon-Levitt, con esa frágil delicadeza de los funambulistas y un perfecto acento francés, para dar vida a esta leyenda viva que dejó al mundo conmocionado en vísperas de la dimisión del Presidente Nixon en 1974. 

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El desafío es una nueva muestra del talento de Zemeckis para crear imágenes poderosas, imborrables, pero también para crear documentos que encierran varias lecturas: a su explícito -y nada panfletario- manifiesto final por la paz o su muestra de la facilidad que tiene la sociedad para juzgar a los demás, por lo que verdaderamente merece la pena ver El desafío es por alzarse como un grito a favor de la gente que hace las cosas con pasión, sin importarles el qué dirán. Más que una película, la nueva criatura de Zemeckis nos recuerda, en un mundo cada vez más exento de esperanza, que no hay imposibles. Y eso, por cursi que suene, es fantástico. 


El desafío (The Walk)


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