Solo con leer el título supongo que podéis intuir que esta será otra de esas entradas en las que comento una frase y me queda todo muy bonito y profundo. Bueno, no os equivocáis. Lo diferente que tiene este artículo es que tengo una idea muy clara sobre lo que voy a hablar y no quiero extenderme mucho, más que nada porque no creo que sea necesario.Antes de empezar me gustaría dejar claro que la frase del título, al igual que todas las que utilizo, es mía. Cuando empleo una frase de otra persona siempre la pongo entre comillas y digo de quién es. ¿El destino? Bueno, hay mucha gente que piensa en esa teoría tan difundida por las películas que consiste en creer que todo nuestro futuro esta "ya hecho" por así decirlo. Explicándolo mejor, es como si nuestra vida fuese un libro escrito que vamos leyendo según pasan los días. Para gustos colores pero desde luego mi filosofía de vida va por otro camino muy distinto.
Otra manera de ver el destino es desde el punto de vista del karma. De esto no sé más de lo que todos conocemos. Consiste básicamente en que tus buenas acciones se verán recompensadas con premios por así decirlo y las malas con castigos.
La primera teoría, como ya dije, no me convence un pelo. Sin embargo, de la segunda he extraído y aplicado ciertas cosas a mi vida. Yendo de una vez por todas al grano, voy a explicaros mi punto de vista sobre el destino. Para mi lo que te vaya a pasar dentro de una hora, mañana o el año que viene no está "escrito" ni mucho menos. Son tus acciones las que van continuamente alterando el futuro. Algo tan sencillo como tomar o no tomar un vaso de agua puede hacer que en un momento dado tengas que ir al baño y te pierdas un gol del partido de fútbol que estabas viendo. Lo que comentaba antes que había sacado de la teoría del karma es que, en mi opinión, tus buenas acciones de una manera o de otra seguramente se verán recompensadas aunque sea con una simple satisfacción personal. De lo contrario, si haces algo malo te arriesgas de tener algunas consecuencias o verte sumergido en esa incómoda sensación de remordimiento. Podría hablar de ejemplos personales pero conociéndome sé que acabaría extendiéndome más de la cuenta. Es por esto que voy a poner un ejemplo cualquiera. Imagínense que vais por la calle y encontráis a alguien que, aunque no pide ayuda, se le ve perfectamente que la necesita (está decaído, débil, tosiendo y con la mirada caída). Si decides no ayudarle no va a caerte un rayo encima a los dos minutos ni mucho menos, pero probablemente llegarás a tu casa y solo pienses en como seguirá esa persona y en si has hecho mal en no atenderla. Si por el contrario la hubieras ayudado tampoco ibas a encontrarte un maletín con millones de euros a la vuelta de la esquina pero sí sentirás una agradable satisfacción personal y, quién sabe, quizás ese individuo no solo te recompense con agradecimiento sino que la misma situación desemboque en una amistad o algo parecido. Esta amistad quizás en un futuro podría aportarte algo importarte para tu carrera profesional o vida personal. Es así como llego a la conclusión de que el destino es el resultado de tus acciones.
El mundo esta lleno de momentos en los que tenemos que tomar decisiones. Tal vez no sean decisivas para el trascurso de nuestra vida pero si pueden afectar a nuestro destino más cercano. Son estas pequeñas acciones las que una tras otra van formando nuestro propio destino, elaborado por pequeños detalles de nuestra personalidad que hemos ido mostrando en nuestras decisiones. Ante todo recomiendo ser tú mismo, solo de esa manera llegarás a donde de verdad quieres llegar. Gracias por leerme una semana más y espero que tengáis una buenas vacaciones de semana santa.