En esta nueva historia Carlota se pone las gafas naranjas para escribir sobre el drama de la inmigración y el flagrante incumplimiento de los derechos humanos. Se embarcará en la aventura como siempre: con valentía y con la pasión y rectitud de todo buen periodista. En el camino, claro, contará con la ayuda de sus padres, su hermano pequeño y su marchosa abuela, y de paso intentará echar un cable a una compañera de clase de etnia gitana, a la novia hispanoamericana de su hermano y a un puñado de personajes más que dan color a este diario naranja.
Nuevo diario de Carlota, nuevo mensaje realista social por parte de Gemma Lienas: el problema de la inmigración, del multiculturalismo y la integración en una sociedad todavía cerrada y conservadora, de los derechos humanos que se toman por el pito de un sereno… Dramas sociales que no son tan ajenos como algunos podrían pensar, que están en todas partes, que se respiran cada día en la casa del vecino, en la de un compañero de clase, en la de la chica que lee tu blog cada día… Por todo esto, la nueva historieta de Carlota, breve y concisa, es un buen texto que invita a reflexionar y que, inevitablemente, conciencia. Además, ofrece datos reales y estadísticas que de vez en cuando asustan y abren los ojos. Hasta aquí fenomenal, de hecho es lo que este libro debe ser, es lo que vende; con un lenguaje claro, directo y juvenil. Sin embargo, precisamente éste es también su problema, su talón de Aquiles. Más que una novela es un ensayo que de vez en cuando se acuerda de que quien lo guía es una sempiterna adolescente con extra de madurez, extra de queso (no, esto no) y extra de responsabilidad. Es decir: parece ficción, no en vano tiene una protagonista con amigos que un día se van a comer algo por ahí o a echar unas canastas, pero en realidad no llega a serlo del todo. Porque la lección realista-social es constante, porque la moralina no termina y para colmo atenta contra la inteligencia de un lector que esperaba el mismo contenido pero mejor llevado, porque los diálogos son flojos por culpa de personajes vacíos que sólo están ahí para hacer bulto. Porque como en definitiva no hay una historia que contar sino ejemplos con los que plasmar el drama expuesto, ni hay emoción, ni hay sorpresas, ni hay verdadero eje que mueva el cotarro. Todo esto ha logrado que la lectura de un libro tan cortito me haya parecido aburrida, pesada, larga, previsible, floja, paternalista… Y no sigo porque siento que me estoy portando mal. Y es que claro, el libro es lo que es: una crítica bien argumentada, casi matemática, de una realidad social; pero le faltan pasión, emoción, historia, chicha, enjundia y verdaderos personajes. La autora era capaz de más.
El diario naranja de Carlota es un texto sencillo apto sólo para lectores que tengan ganas de pasar un rato en compañía de un ensayo seco sobre la inmigración y los derechos humanos en tono juvenil (a veces tan excesivamente juvenil que chirría). Quienes busquen una historia con fondo tendrán que probar con otros diarios de Carlota, de los que tengo mucho mejor recuerdo y en los que la protagonista aparece como el personaje redondo, divertido y explosivo que esperaba encontrarme aquí. Por ejemplo, El diario rojo de Carlota, que habla de la sexualidad, es un buen candidato.