La revolución de 1959 fue más que exitosa. Fue un hecho arrasador para todo el mundo y un símbolo de esperanza y triunfo del pueblo y las clases bajas contra las clases dominantes y opresoras.
El sueño de cada izquierdista, o sea de cada socialista o comunista... y aquí es imprescindible aprender a distinguir estos dos términos, extremamente diferentes, que, por desgracia, aún hoy día, muchísima gente sigue confundiendo.
En una sociedad comunista no hay elecciones, ni derecho del ciudadano a posesión de cualquier tipo de bienes, incluso "su" casa. Todo pertenece al Estado, lo cual se gobierna por el comité central del partido comunista.
La ideología de un partido socialista contempla intervención del Estado, cuando sea necesario, a favor de los pobres y débiles de la sociedad, con la intención de que no prevalezca la ley de la jungla, donde los animales grandes comen a los pequeños, algo que favorece el capitalismo desenfrenado, que se expresa mediante ideologías como el neoliberalismo.
En líneas generales, el socialismo funciona como contrapeso ante el capitalismo descontrolado, para que se consiga un cierto equilibrio entre las diferentes capas sociales. Se sobreentiende que hay elecciones, cada 4 o 5 años, dependiendo de cada caso.
Consecuentemente, el hecho que la Unión Soviética se autoproclamó como Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, es una distorsión, quizás intencionada, que ha causado esta enorme confusión.Para resumir, creo que basta con reiterar, y subrayar, la existencia, o ausencia de elecciones, es decir de democracia, en cada sistema político.
En pocas palabras, el socialismo forma parte de un sistema democrático, mientras que el comunismo no, de ahí algunos lo llaman "dictadura roja" también.
Dicho término no queda nada lejos de la definición del propio inspirador de la teoría, Karl Marx, que llamó el sistema "dictadura del proletariado".
En cuanto a la etimología de las palabras, el "comunismo" es un derivado de la palabra "común", mientras que el "socialismo" de la palabra "social".
En el primer caso se implica que todos tienen todo en común, de ahí la falta de derecho a propiedad, mientras que, en el segundo, todo se hace para que haya equilibrio y justicia social. Sobra decir que no hablamos de la práctica, sino de los objetivos teóricos de cada sistema.
Es una pena que, todavía, sobre todo la sociedad norteamericana, identifique el socialismo con el comunismo y que, por consiguiente, le tenga miedo. Si supieran que uno de los casos más ejemplares del socialismo ha sido la Suecia de Olaf Palme, estoy convencido de que cambiarían de opinión.
Teniendo todo eso en cuenta, el líder de los protagonistas de la revolución cubana, Fidel Castro Ruiz, claro que no se presentó como comunista, por un lado, para que el pueblo no temiera la posibilidad de no volver a ver elecciones, y, por otro, para no confrontarse directamente con EEUU que, indudablemente, lo último que quería, era un protectorado soviético en su patio trasero.
Los protagonistas de la revolución fueron Fidel Castro, un abogado jesuita, e hijo ilegal de un terrateniente gallego y una cría de su finca, su hermano Raúl, el médico argentino, de clase alta, Ernesto Guevara de la Serna, alias, el Che, apodo que se le dio por la costumbre argentina de poner la palabrita "che" cada 5 palabras sin razón, Camilo Cienfuegos y Huber Matos. Por ahora, basta con decir que, aunque socios, no compartían, exactamente, las mismas visiones para el futuro de Cuba.
Al asumir el poder, Castro empezó a mandar mensajes, medio confusos. Por un lado, expropió vastas áreas que pertenecían a empresas estadounidenses, para redistribuirlas al pueblo, mientras que, en realidad, simplemente las estatalizaba, un acto totalmente comunista.
Por otro, hizo vagas promesas de elecciones y realizó un tour por EEUU, donde la gente lo acogieron con entusiasmo, contrariamente al presidente Eisenhower, que lo vio como puro comunista desde el primer momento.
Lo máximo que acordó en cederle a Castro fue un encuentro con el vicepresidente Nixon, un hombre, inteligentísimo y ambiciosísimo, que aún estaba al comienzo de una de las trayectorias políticas más notorias y ambiguas de la historia moderna. El apogeo de la guerra de Vietnam y el escándalo Watergate son solo algunas de sus "hazañas".
Pese a la acogida entusiasmada por el pueblo norteamericano y su visita a la estatua de Lincoln, Nixon llegó a la misma, o aún peor conclusión que su presidente. El veredicto fue que Castro era comunista hasta la médula. Pero, ¿qué exactamente significaba eso?
Si echamos un vistazo a la historia de las revoluciones comunistas, veremos que casi siempre surge un líder indisputable, al que, el pueblo está obligado a reverenciar como dios, ya que alguien tiene que cubrir ese hueco de un sistema, estrictamente, ateísta. Parece que se trata de una necesidad humana inherente. En el mejor caso, simplemente opaca a los demás o, en el peor, los elimina. No se toleran discordancias, la palabra del líder tiene el valor de las placas de Moisés, y todos, sin ninguna excepción, son posibles traidores hasta la demostración de lo contrario.
Aparte de todo eso, si se añade un pasado, o una infancia del líder, duros, como en el caso de Stalin, que pasó tiempo en el exilio, rodeado por estepas siberianas y lobos, o de nuestro protagonista Castro, que pasó su infancia, escondido en la finca de su propio padre como un secreto vergonzoso de la familia, las cosas se pueden poner bien duras para los demás también.
Camilos Cienfuegos fue el liberador de la Habana, mientras Castro de Santiago. El pueblo adoraba a Cienfuegos, algo que no le gustó nada a Castro, cuyo primer acto de egoísmo desencadenado, fue proclamar, provisoriamente, Santiago como capital, solo para mostrar que la capital estaba donde estuviera él.
Durante un discurso suyo, infinito como todos, el pueblo se cansó y se puso a gritar que hablara Cienfuegos, aplaudiendo por, al menos 20 minutos. Algo parecido pasaba con Matos también, así que, en algún momento, Castro decidió que era hora de deshacerse de ambos...
El hecho que había condenado a Matos a 20 años de cárcel, por traición, no fue suficiente para Castro. Obligó a Cienfuegos que lo matara, bajo la amenaza, en caso de no cumplir con la orden, de ser acusado por traición también. El asesinato de Matos sería la última oportunidad de Cienfuegos para demostrar su lealtad.
Pese a su corta estancia en el poder, Castro ya había alcanzado a inculcar tanto terror entre sus socios, que todos estarían dispuestos a hacer cualquier cosa que les permitiera seguir vivos.
Cienfuegos hizo lo que tuvo que hacer para sobrevivir, pero después, se montó en un avión que, milagrosamente, no aterrizó nunca y en ningún lugar... historias así, desgraciadamente, nos recuerdan a prácticas como las de la mafia o de Stalin...
Entretanto, su socio-símbolo, el Che, ya había puesto en marcha un larguísimo proceso de justicia y purificación, tanto moral, como política. Siempre que un dinasta cae, el pueblo oprimido desea el castigo de él y de sus socios, normalmente tildados de traidores y colaboracionistas. Che Guevara se encargó de eso, realizando juicios sumarios que, normalmente acababan en ejecuciones sumarias también, algo que, al cabo de un tiempo, resultó pareciéndose más a ajusticiamiento que a justicia.
Aquí vale la pena relatar una parte de un discurso suyo en una asamblea de la ONU en 1964, cuando contestó a una pregunta sobre los fusilamientos en Cuba. "Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte." No refleja, exactamente, la mentalidad de un revolucionario que lucha para que prevalezcan la justicia y la paz en este mundo, ¿verdad? Vamos a mirar un extracto de su diario también. "Mis narinas se dilatan al olor de la pólvora y la sangre del enemigo muerto". Hmmm... eso no sonó muy pacifista tampoco.
¿Qué había pasado al médico, luchador de la libertad, la justicia social y la paz? Al joven asmático y sensible, que recorrió América Latina en una motocicleta destartalada, ¿saliendo de la "pecera" de su familia rica en Buenos Aires? Pues, ya en la película "Diarios de motocicleta" la respuesta se nos da simple y claramente.
La injusticia social, económica y racial que primaba dentro de las sociedades latinas, como legado de la época colonial, junto con la política intervencionista e imperialista de EEUU, que, alzando y bajando gobiernos títeres, mediante golpes de estado, mantenía o empeoraba la situación, tenía que ser enfrentada con armas, como todos los tipos de violencia. Así sucede normalmente, ya que no hay muchos Mahatma Gandis en este mundo.
El Che, como todos los revolucionarios, estaba lleno de rabia por la opresión de las capas sociales bajas, perpetrada por los representantes de la clase alta que, al parecer, se había desecho de los colonizadores, solo para sustituirlos. El período que tratamos es, teóricamente, el momento ideal para desahogar esa rabia. En la cara de cada colaboracionista que esperaba su ejecución delante del pelotón de fusilamiento, veía a todos los que odió durante aquel viaje. ¿Pero podemos estar seguros de su juicio? ¿Es imposible que haya muerto gente inocente durante ese proceso tan tenso y precipitado? La pregunta es retórica. Siempre es así. Siempre se tira la fruta sana con la podrida, es inevitable.
En cuanto a otras cosas que se le atribuyen, como su odio por la música rock, que, al parecer, resultó prohibiendo, o comentarios racistas contra los homosexuales, o ciertas razas, como los indígenas mexicanos o los congoleses, no hay mucho que contradecir. Nadie es perfecto. El Che no era un Mesía sino meramente un revolucionario. Lo sé que el hecho que su cara se ve en miles de camisetas, gorras, etc, en todo mundo, nos hace creer que se trata de un santo, pero todos tenemos debilidades y partes oscuras que, normalmente, se nos salen en momentos tensos y duros como ese.
Nadie debería tener el derecho a prohibir cualquier tipo de música, algo que, por cierto, suena loco hoy en día, pero en aquella época se veía, simplemente, como parte de un imperialismo cultural, en plena guerra fría. Por lo que se refiere al racismo contra gays u otras razas...
...que seamos sinceros, aunque nos encontramos en plena época de lo "políticamente correcto". Cuantos de nosotros no han sentido la voluntad de hacer comentarios así, al menos una vez en su vida, ¿sin ser, necesariamente, "racistas seriales"? ¿Qué dijo el Che?
Dijo que "El negro no es capaz de conseguir nada serio en su vida por falta de ideales, objetivos, organización y disciplina." Suena inaceptable, pero ¿cuándo lo dijo? Cuando un posible colaborador congolese, con quien, supuestamente, empezaría una revolución allí, apareció en una barca llena de alcohol y prostitutas.
Otro comentario racista, esa vez contra los indígenas mexicanos fue "la indianada iletrada". ¿Pues, suena despectivo, pero estaba muy lejos de la realidad? ¿Es una mentira que la vasta mayoría de las clases trabajadoras, indígenas o no, eran iletradas, de veras, porque habían sido totalmente abandonadas y marginalizadas? Muchos soldados del Che tenían plena consciencia de su ignorancia, la cual era una razón más para luchar, puesto que era un resultado de la pobreza e injusticia. Una vez Guevara preguntó a uno de ellos: "Cómo está la moral?" El pobrecito conocía "el morral" pero no lo que le preguntaba el jefe, así que contestó "Estará listo en un minuto". El Che sonrió y fue a inspeccionar a los demás.
En cuanto a los gays... por desgracia, me cae muy difícil localizar sociedades, o sistemas políticos tan tolerantes, que aceptarían su existencia sin fenómenos como insultos, intimidación, conflictos, etc, y el comunismo simplemente no fue una excepción. Por razones que merecen un análisis infinito, que, temo que no cabe en este artículo, la homosexualidad y la bisexualidad eran relativamente aceptables antes de la aparición de las religiones monoteístas. Después de su aparición se tildaron de pecados, casi enseguida, y a partir de entonces la vasta mayoría del planeta lo encuentra casi imposible aceptarlas, a menos que se le imponga, como en las sociedades occidentales de los últimos 20 años, como máximo, o en países asiáticas budistas, como Tailandia.
Claro que muchos esperarían que una persona emblemática, como el Che, que mantenía que quería cambiar el mundo desde los cimientos, superara prejuicios así, pero, lastimosamente, no lo hizo. No ha sido la primera decepción tras una revolución y, en ningún caso, la última.
¿En cualquier caso, adónde llevaría a Cuba toda esa aventura? Un camino entre colonizadores e imperialistas, liberadores que se tornaban invasores, revolucionarios y héroes que se volvían dictadores.
Pues, ya que Cuba se hacía, poco a poco, comunista, parece que no había otra alternativa que dirigirse a la mismísima fuente del comunismo, la Unión Soviética, ¿no?... la cual sería otro liberador que se convertiría en ocupante, o no?... quién sabe...
Cuba: de la mafia a la revolución (II)