Ibuprofeno mejora el efecto de los antimicóticos
El gran inconveniente que presentan algunos parásitos como la Cándida, es que se adaptan rápidamente al ambiente que la rodea para proliferar. Partiendo de la base de que se desarrolla en condiciones muy favorables (inmunodepresión, acidosis metabólica, cáncer, trastornos inmunitarios, diabetes), su integridad es difícil de corromper con medicamentos convencionales.
Para los hongos se utilizan algunos antimicóticos como el Fluconazol, ketoconazcol o nistatina, que debido a sus propiedades fungistáticas (frenan el crecimiento) ofrecen un efecto inmediato. Son útiles a corto plazo y generalmente no se requieren tratamientos largos. Ahora bien, la cándida ya está muy acostumbrada y los conoce bien, por lo que en personas donde se torna más rebelde de lo habitual, es necesario ampliar el tratamiento con antifúngicos, reduciendo notablemente la actividad de éstos.
Esta resistencia de Cándida albicans viene producida por la formación de biopelículas alrededor de su membrana. Estas biopelículas están formadas por células planctónicas que se organizan estratégicamente para evitar la rotura de la membrana citoplasmática del hongo. Analizadas en laboratorio podemos observar que están compuestas por largas cadenas de polisacáridos que sirven como barrera defensiva. Esto explica porque el fluconazol, por ejemplo, deja de tener efecto a los pocos días de suministrarlo. Dependiendo de la persona, naturalmente, esta resistencia puede variar.
Nunca se ha comentado en esta web, a pesar de que hemos lanzado mucha información sobre el tema de hongos, pero existen sólidas investigaciones, que acontecen casi 15 años atrás, donde se demuestra el poder antifúngico del ibuprofeno y los antiinflamatorios no esteroideos. Propiamente hablando, el ibuprofeno actúa en sinergia con los antimicóticos.
La actividad biológica de los antiinflamatorios, en este caso ibuprofeno o aspirina por ejemplo, reside en la inhibición de las ciclooxigenasas, un grupo de enzimas encargadas de sintetizar prostaglandinas. Es más, curiosamente hablamos bien sobre ellas en el pasado artículo de los Omega 6. Estas prostaglandinas actúan como mensajeras químicas, alertando a las células blancas de que existe un daño, una amenaza o una invasión por parte de un patógeno o germen. Dentro del organismo generan diversos procesos bioquímicos como regular el proceso inflamatorio, relajar las paredes del músculo liso, reducir la presión intraocular, proteger al epitelio del estómago de la agresión de los ácidos, impedir la agregación de plaquetas...
Fijaros lo sorprendente que es la biología, que Candica albicans produce prostaglandinas que estimulan la formación de las biopelículas en su membrana. Es algo parecido a las oxilipinas en las plantas. Las oxilipinas son cadenas de ácidos grasos que segregan las plantas para protegerse de herbicidas, fungicidas o bacterias que quieren hacerles daño. En el caso de Cándida, al presenciar las diferentes amenazas que intentan asediar su imperio, libera prostaglandinas para potenciar la creación de barreras de defensa. Lógicamente, sabiendo esto, entendemos porque el ibuprofeno o la aspirina pueden ser de gran ayuda como coadyuvantes en tratamientos antimicóticos.
Una vez que el ibuprofeno inhibe la acción de las prostaglandinas, el fluconazol puede anular perfectamente la acción de las alfa demetilasas en la cándida y romper la membrana, ocasionando la pérdida de iones y aminoácidos en el hongo, llevándole a la muerte. Algunos nutrientes como el extracto de orégano o el ácido caprílico ejercen ligeramente esta acción de manera natural.
En caso de que vuestro médico os este suministrando algún antimicótico para tratar la Cándida, recordad que antes de incluir antiinflamatorios es primordial que éste los apruebe, pues dependiendo de la persona puede que sean o no necesarios. Además los AINE, están desaconsejados en insuficiencia hepática, renal y trastornos digestivos como dispepsia o úlcera sangrante.
Espero que os sea de ayuda. ¡A seguid sanos/as no lo olvidéis!