Revista Opinión

El infierno de "atreverse a pensar"

Publicado el 07 septiembre 2012 por Piniella
Qué bueno el último artículo de Rolando Astarita sobre el Prólogo de la Contribución de la crítica de la economía política, de 1859, de Carlos Marx. Dice mi admirado profesor argentino:
"En mi vida militante he conocido gente que no se atrevía a sostener tal o cual cosa porque iba en contra de una “verdad” consagrada (...) O personas que temían, y temen, enfrentarse a los líderes de tal o cual partido o movimiento. También hay gente que primero ausculta el “estado de opinión”, antes de animarse a decir lo que piensa sobre alguna cuestión. Es una actitud que muchos mantienen en las más diversas circunstancias (...) En algunos casos puede ser simple “vileza” (todo sea en aras de estar “bien considerado”). Y en otros, se trata de cobardía política."

Y curiosamente este pensamiento venía en el tiempo con un debate que yo tenía con algunos compañeros sobre el necesario cambio de las organizaciones de izquierda, concretamente mi partido, el PSOE, cambios que hoy son necesarios para la propia supervivencia de la militancia. Frente a la aceptación pasiva de las “conducciones establecidas”, como así dice Astarita, el “atrévete a pensar” de Carlos Marx, será la piedra sobre la que se levante una militancia socialista, crítica y libre. Seamos científicos en nuestros planteamientos y en los objetivos y en los programas, ¡pensemos! Y como dice Dante, a la entrada al infierno había una proclama "Abandónese aquí todo recelo/Mátese aquí cualquier vileza", quizás esta misma sentencia debía marcar las entradas a las organizaciones, a las casas del pueblo, a los parlamentos, a los sindicatos, a los colegios,... La crisis de la izquierda en parte tiene su origen en que todo pasa por convencernos de que el Secretario General, el Jefe, el mandamás del clan encarna la “astucia de la razón”, que nos llevará a la tierra prometida de la liberación “nacional y social”, sin importar cuán extraños y paradójicos nos parezcan los caminos elegidos. Y a partir de aquí, nos tragamos cualquier “sapo”. Grande Rolando.

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