La meta de un corredor de fondo es un punto de no retorno, el último metro te hace distinto, un iniciado; hay que hacerlo para comprender que se vence de forma íntima, la victoria es simple: el intransferible encanto de correr por nada, que correr es una mezcla de reverencia y temor, de fascinación y aprensión, de obsesión e incertidumbre, que se es un excéntrico, un solitario, un raro, un radical, un irracional, un extravagante, un antisocial, también un ser primitivo, un insensato, un necio frente a los que se preguntan, te lo digan o no ¿para que?. Simple, para nada.
Km. 5, ENE 10. 42 y 195.
Miguel del Fresno.