«La montaña llora, hace brotar su fría sabia
a través de las estalactitas del techo,
para llenar esa pila de vida y esperanza…»
Reseña escrita por Maudy Ventosa.
La subinspectora de la ertzaintza, Ana Cesteros, y la Unidad de Homicidios de Impacto, se enfrentan a un asesino en serie, fetichista e iluminado, llamado a cambiar la historia, mientras otros son meros espectadores. En el friso de los Apóstoles, esculpido en piedra caliza de Markina por Jorge Oteiza en la basílica de Arantzazu sentirá la llamada equivocando el mensaje del artista: “Los Apóstoles, como animales sagrados abiertos en canal, nos repiten que se han vaciado porque han puesto sus corazones en otros. La identidad real del cristianismo es la de sacrificarse así”. La nueva novela del escritor donostiarra Ibón Martín, EL LADRÓN DE ROSTROS, publicada por Plaza y Janés, le trasladará a un universo agreste, duro y a la vez idílico, poblado de leyendas ancestrales, de mitología, en el que regresan las fuerzas que nos unen a la naturaleza.
Escrita en primera persona cuando habla “el Apóstol”, iniciando el capítulo con un salmo, una oración o un versículo, y en tercera el resto, El ladrón de rostros en una novela de suspense que no da tregua al lector hasta el final; nada hace presagiar un giro tan sorprendente e inquietante como el que propone el autor. Los acontecimientos se precipitan de manera vertiginosa, porque cuando aún está caliente un cadáver ya tenemos otro sacrificado de manera brutal siguiendo el mismo patrón. Participan todos los sentidos, como no puede ser de otra manera, en el pueblo de Oñati, en las cuevas de Sandaili, en el desfiladero de Jaturabe, en el pantano de aguas negras, encajonadas en un mundo angosto donde apenas queda espacio para el aire y la luz, donde sobrevuelan buitres y cuervos negros como aves de mal agüero… es fácil escuchar los chirrido de los goznes que lloran en las bordas de los pastores; salivar con el aroma de almendrados, mantecados, puñitos, tostones y amarguillos que cocinan las monjas del convento; asombrarse ante la escasa luz que viste de naranja un crucifijo; escuchar el canto de un petirrojo, los cencerros y el balido de una oveja lacha perdida en el bosque; el rebuzno de un asno…; asombrarse cuando baja la niebla y un mar de algodón oculta el mundo terrenal; embriagarse con el aroma empalagoso del salitre; o bañarse en el pantano de Jaturabe que sabe a lodo, a humedad rancia, a bodega mal ventilada; mientras escuchas el agua que al caer compone una suerte de sinfonías. Difícil no anhelar sentir en la boca un queso Idiazabal con notas de leche fresca, y matices a madera y humo.
Ibón Martín nos traslada a un paisaje donde es imposible no amar una naturaleza que se convierte en un personaje más, aunque aflore una energía negativa y el desasosiego que arrastra la trama.
Es posible que la pandemia haya revivido las viejas tradiciones; trajo muerte, miedo y mucho dolor y, para el Apóstol, es una plaga que envía el altísimo, distorsionando la realidad. Prejuicios y creencias tomando la religión no como un punto de encuentro, sino de enfrentamiento en su afán justiciero. Se siente feliz y elegido purificando almas para que no vaguen buscando descanso y paz; no practica la religión desde la humildad y el perdón, porque él es el elegido de Dios y había llegado al mundo para salvar a todos…
¿Puede el mal ganar la partida? Todas las escenas del crimen cuentan una historia. El asesino no deja solamente un cadáver, sino que impregna su huella emocional en ella.
Un pueblo tranquilo y bello que vive de una naturaleza rica y exuberante con personas que aman su entorno y cuidan de su flora y de su fauna; gente supersticiosa en las que aún perviven la mitología, los gentiles, las lamias, Sugaar, la serpiente macho que la mitología vasca empareja con Mari, la gran diosa de la naturaleza…, políticos corruptos; la religión como tema principal, mostrando una iglesia que no ha avanzado con los tiempos donde se cruzan caminos distintos para vivir la espiritualidad… y un equipo de ertzaintza que forman la Unidad de Homicidios de Impacto, encargados de combatir el mal, son los ingredientes que ha manejado de manera magistral Ibón Martín en EL LADRÓN DE ROSTROS. Una novela que le atrapará, con personajes ya conocidos y otros perfectamente perfilados y cercanos y, con un asesino misionero que encuentra su propósito en la vida en el friso de Oteiza y en el mural de Basterretxea en la cripta, con la oración de San Francisco: “Hazme, señor, instrumento de tu paz. Que donde haya odio, ponga yo la paz”. Un “purgador”, sin duda alguna.
PERSONAJES:
- Anne Cesteros es suboficial de la ertzaintza; entregada en cuerpo y alma a su trabajo, aunque a veces coge atajos sin seguir el protocolo. Tiene un piercing en la lengua y lleva tatuado a Sugaar, la serpiente macho que la mitología vasca empareja con Mari, la gran diosa de la naturaleza.
- Julia, es integrante vizcaína de la Unidad Especial de Homicidios de Impacto. Tiene cuarenta y pocos años y el físico envidiable de quien hace deporte cada día con largas hora de surf cuando despunta el alba. De noche, abraza los fantasmas en la almohada. Su labor es proteger a los demás, no protegerse a sí misma, pero su dolor interno no se calma.
- Gaizka Iriarte tiene unos bonitos ojos negros y el flequillo moreno. Sus brazos bronceados y musculosos muestran su afición por la escalada. Es un alumno aventajado de la escuela de pastores. Fue el que descubrió el cadáver de Arantxa Muro, que buscaba ser madre realizando un antiguo rito de fertilidad.
- Pilar Hernández, la sorora que ha dejado las comodidades para estar más cerca de Dios. Fabrica con cera las argizaiolas para que los muertos encuentren la luz, el camino. El alma ha de abrirse camino en la oscuridad en su viaje a la eternidad…
- Javier Ayala es el alma de las montañas de Oñati; dirige con amor el centro de formación de pastores. Fue el último arcángel en la procesión del Corpus Cristi. Para él, cualquier cordero es el ser más importante de la creación. Introdujo las abejas en Arantzazu.
Y Aitor Goenaga, el compañero de Anne que encontró una trompeta pescando en el Cantábrico; e Iñigo Udana, el narcisista y corrupto concejal de Energía y Agenda Medioambiental casado con Arantxa Muro; y Andrés Oleta, un escultor de pelo rojo que vino de Madrid; y Gema, su mujer que cuida abejas, un huerto y vive la naturaleza con amor y entrega; y Julia de Urdaibai que es psicóloga, palentina, directa y clara; y Madrazo dirige la Unidad de Investigación… y los demás…
Lee y disfruta de un fragmento de la novela.
El autor:
Ibon Martín (Donostia, 1976) ha conquistado un lugar propio en el thriller nacional e internacional gracias a sus pasiones: viajar, escribir, describir. Su carrera literaria empezó en la narrativa de viajes. Enamorado de los paisajes vascos, recorrió durante años todos los caminos de Euskadi y editó numerosas guías que siguen siendo referencia imprescindible para los amantes del senderismo.
Su primera novela, El valle sin nombre, nació con el deseo de devolver a la vida los vestigios históricos y mitológicos que sus pasos descubrían. Tras ella llegaron LOS CRÍMENES DEL FARO, una serie de cuatro libros inspirados por el thriller nórdico que se convirtieron en un éxito rotundo.
La danza de los tulipanes (Plaza & Janés, 2019) alcanzó los primeros puestos en las listas de más vendidos, consagrándolo como uno de los autores más destacados de thriller tanto en España como en el extranjero, donde ocho de las editoriales internacionales más prestigiosas se rindieron al hechizo de su narrativa. La hora de las gaviotas (Plaza & Janés, 2021) fue galardonada con el Premio Paco Camarasa a la mejor novela negra del año, y lo confirmó como el maestro vasco del suspense.
Novela a novela ha construido un universo muy especial en el que se mezclan con elegancia todos los tonos del noir: investigación a cargo de un equipo policial, perfilación criminal del asesino, denuncia de asuntos de actualidad, suaves pinceladas de suspense y ambientaciones poderosas que evocan paisajes rurales y leyendas antiguas.
El libro:
El ladrón de rostros ha sido publicado por la Editorial Plaza y Janés en la Serie-Saga Inspectora Ane Cestero. Encuadernado en rústica, tiene 464 páginas.
Como complemento pongo el booktrailer de El ladrón de rostros de Ibon Martín.
Para saber más:
Ibon Martín en Wikipedia.