Revista Cultura y Ocio

El magma de la corrupción en España

Publicado el 21 enero 2013 por Ciberculturalia
El magma de la corrupción en España
La mayoría de las encuestas señalan que en España la percepción de la ciudadanía es profundamente pesimista. No sólo por las grandes diferencias sociales cada vez mayores, por la dificultad de acceder y de mantener una vivienda digna, por el incremento de personas sin hogar, por la terrible lacra del desempleo, por tener la seguridad de que la asistencia sanitaria, tal y como hasta ahora la habíamos conocido, se deteriora a marchas agigantadas y seguirá deteriorándose, porque el Estado del Bienestar y sus servicios básicos asociados desaparecen sin dilación.
No sólo por eso cunde el pesimismo y ya es decir. Es la corrupción el gran magma que mantiene a España al borde de la catástrofe. Es el sistema político el que está haciendo aguas por todos lados. 
Lamentablemente el caso Bárcenas, con ser de una gravedad extrema, no es el único caso que en los últimos tiempos llenan los rotativos en y sobre España. Sin embargo este caso, el de Bárcenas, es una bomba de relojería en el propio corazón del sistema. Ni más ni menos que dentro del partido político que gobierna actualmente este país. 
No voy a dar los datos del caso, ya ampliamente reseñado por la prensa y con versiones ideológicas a gusto del consumidor, aunque todas ellas destacan la gravedad de la situación. Tampoco me extenderé en señalar la desverguenza del Partido Popular a la hora de afrontar su propia corrupción interna. Estas estampas desgraciadamente ya nos son cotidianas. 
Pero lo que me preguntó es qué hace falta para que se produzca una auténtica rebelión social.  Y en este sentido me acordaba de las palabra de Mahatma Gandhi: "Cuando una ley es injusta lo correcto es desobedecer".  Y es que, en nuestro caso, es la propia evolución del sistema político y organizativo el que empieza a detectarse como algo injusto, algo desequilibrado... en definitiva, algo antisocial. Pongo la expresión "algo" por suavizar este pensamiento que, aún siendo mío, me tiene absolutamente bloqueada, anonadada, profundamente asustada. 
Leía este fin de semana el Informe que acaba de publicar Intermon Oxfam sobre la distribución de la riqueza mundial. Según sus estimaciones el 1% de la población más rica del planeta ha incrementado sus ingresos en un 60% durante las dos últimas décadas y esta tendencia se ha acelerado a partir de la crisis económica actual. 
Según este informe alrededor de 24 billones de euros se encuentran actualmente en paraísos fiscales, lo que significa una tercera parte de la riqueza mundial.  La organización humanitaria destaca que "La acumulación extrema de recursos en muy pocas manos, además de injusta, es económicamente ineficiente, políticamente corrosiva, divide a la sociedad y es medioambientalmente destructiva".  
Destructiva, insolidaria, aterradora es la situación por la que las 100 personas más ricas del mundo ingresaron en 2012 cuatro veces la cantidad necesaria para poner fin a la pobreza del planeta. Según la organización la friolera cifra de 180.000 millones de euros.
Este fin de semana mientras me empapaba del caso Bárcenas, de sus cuentas en Suiza, de que se ha podido beneficiar de la amnistía fiscal del Gobierno, y del resto de la trama, leía los datos del informe de Oxfam y pensaba: ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo aguantaremos? y lo que es peor ¿Por qué aguantamos? Por eso me acorde de Gandhi.

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