Cuando te sientas delante del ordenador a escribir un nuevo post, varias son las dificultades que sobrevienen. Hay que dar con la idea, desarrollarla apropiadamente, elegir un buen título y una buena imagen, concluir de una manera atractiva…
En el caso que hoy nos ocupa, la parte más difícil ha sido sin duda la elección del título, ya que mi intención era que en unas pocas palabras se recogiera la esencia de todo el post, y que además tuviera un toque infantil pero lleno de sentido. El resultado, el que veis arriba.
Dicho esto, metámonos en materia. El caso que tenemos aquí es una lección de marketing en toda regla, no por parte del niño que vamos a ver a continuación, sino de la marca, la cual provoca la sorprendente reacción del pequeño.
Para entender todo mejor, lo primero es ver el video en cuestión, que tiene lugar en el programa del popular presentador estadounidense Jimmy Kimmel:
Ay los niños…esos pequeños seres sin filtro que dicen todo lo que piensan y se quedan tan anchos…lo que Sony esperaba que fuera una buena publicidad para la empresa (su dinero le habría costado) se convirtió en una fracción de segundo en la peor pesadilla que una compañía puede tener: ser rechazada en un medio de comunicación en favor de su máximo competidor.
Ni que decir tiene que el video se hizo viral, corrió como la pólvora por internet y el caso se hizo más y más hiriente para Sony.
Como ya he comentado en algún post anterior como el de Lovemarks: cuando una marca es algo más, Apple ha conseguido que sus productos no sean valorados simplemente por su calidad objetiva, ni tampoco por su diseño, sino que se haya generado todo un universo, una filosofía en torno a la marca que crea auténticos fans que ni se plantean la compra de un producto de la competencia, y que aunque ni siquiera sepan muy bien explicar por qué, todos coinciden en que: “Lo siento, pero es que no es lo mismo”.
Esto no se consigue en un día, ni en un mes, ni siquiera en un año, es un trabajo a muy largo plazo, que requiere el esfuerzo de cada miembro de una empresa, teniendo muy clara la identidad de la marca y dejándola reflejada en cada acción llevada a cabo.
La reacción del niño (que me da que ya tiene las puertas de Sony cerradas de por vida) no fue premeditada ni con ningún tipo de mala intención, nació de la más profunda espontaneidad, de tener perfectamente establecidas en su cerebro sus preferencias y no tener reparo en expresarlas al no ser consciente de las consecuencias.
Apple ha conseguido hacer esto en la cabeza de millones de personas, estar en primera posición, ser lo que se conoce como una marca “Top of mind”.
A fin de cuentas qué le vamos a hacer, qué culpa tendrá el pequeño Arden, si lo único que quería era el juguete del tío Steve…
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