Situémonos, 6 de mayo de 1969, los Lakers se preparaban para ganar su sexto anillo ante sus grandes rivales, los Boston Celtics.
Era el séptimo encuentro de las finales de la NBA y la fiesta ya estaba preparada en Los Angeles, pero al día siguiente el por entonces propietario de los Lakers, Kent Cook, se vio “obligado” a donar 10.000 globos a un hospital infantil, unos globos que la noche anterior colgaban en el mítico Forum de Inglewood preparados para ser soltados en señal de victoria.
Los Lakers acababan de lograr el fichaje de Wilt Chamberlain, el pívot se unía a los West y Baylor formando un conjunto temible, a priori superior al de los veteranos Celtics, un conjunto con una media de edad superior a los 30 años y con dos de sus grandes estrellas a punto de colgar las botas: Bill Russell y Sam Jones.
En un encuentro de la temporada regular, los Lakers demostraron su tremendo potencial, arrollando literalmente a los Celtics en su propia cancha, el Boston Garden. Un marcador final de 73-108 dejaba en ridículo a los de Massachussets y encumbraba a los angelinos entrenados por Butch Van Breda Kolff como máximos aspirantes.
Ambos equipos lograron llegar a la soñada final, ambos con momentos de dificultad pero totalmente preparados para luchar por el título en plenas condiciones.
En los dos primeros encuentros, los Lakers fueron liderados por un genial Jerry West, el escolta logró anotar 53 y 41 puntos en los dos primeros encuentros, logrando dos victorias trabajadas ante los Celtics, 120-118 y 118-112.
Pero en el tercer encuentro, los Celtics lograron sacar un as de debajo de la manga, un inesperado como Siegfried secó prácticamente a West y de la mano de un inspirado Havlicek (34 puntos) lograron la victoria por 111-105.
El verdadero golpe para los Lakers fue en el cuarto encuentro, disputado en el Boston Garden, a falta de 10 segundos para el final del encuentro, los Lakers vencían por 87-88, pero una jugada desarrollada en la Universidad de Ohio por Havlicek fue ejecutada en aquel partido, un triple bloqueo y pase a un tirador abierto, un tirador llamado Sam Jones.
Jones logró anotar un tiro imposible, tras rebotar en todos los sitios posibles el tiro terminó entrando y dando la victoria a los Celtics por 89-88. Una victoria que sacó de quicio a Van Breda Kolff y que ni el mismo se explicaba como podía haber entrado ese tiro. El siguiente partido fue una victoria para los Lakers por 117-104, mientras los Celtics lograban poner el 3-3 tras una victoria por 99-90.
Se llegaba al séptimo encuentro, el conocido como “Balloon game”, los numerosos globos, las bandas preparadas para tocar y los itinerarios de campeones despertó el orgullo de los Celtics.
En los tres primeros cuartos del encuentro los Celtics lograban dominar el encuentro, pero en el último cuarto se logró volver a ver la mejor versión de Jerry West, mientras el héroe del cuarto encuentro, Sam Jones era eliminado por faltas y Chamberlain sacaba de quicio a Russell logrando sacarle la quinta falta. Lo que parecía una victoria de los Lakers, repentinamente cambió de sentido tras una lesión de Chamberlain a cinco minutos para el final del encuentro.
Los Celtics ganaban por 103-102, pero el alero de los Lakers, Keith Ericsson lograba robarle el balón a Havlicek, pero la bola terminó en las manos del jugador de los Celtics, Don Nelson.
Nelson tiró como pudo y anotó una afortunada canasta, él mismo declaraba “El balón llegó a mis manoes casi sin tiempo y lancé. Agarré mal la bola, salió un tiro sin apenas rotación. Seguramente se trató del lanzamiento más afortunado de la historia de la NBA”.
Los Celtics ganaban en Inglewood, 106-108, Jerry West logró el MVP de la final pero el título de la NBA se marchaba para Boston. Los orgullos Celtics sacaron a relucir su orgullo, aquel título era el gran broche para un equipo que marcó época.
Fuente: Aerolíneas NBA