Revista Cocina

El prolífico John D. MacDonald

Por Celiaganzano @Cocinista

john d mcdonaldEl nombre de John D. MacDonald aparece en varias listas de escritores de misterio de esos que “hay que conocer y leer”. Descubro que merece especialmente la pena uno de sus personajes, Travis McGee, un caza tesoros excéntrico, cínico y con gran atractivo personal y sin pensarlo demasiado me pongo manos a la obra, nunca mejor dicho, y empiezo la lectura de la novela titulada “The long lavender look”.  Se trata de la número doce de la serie de McGee que tiene un total de veintiún títulos. La totalidad de la acción transcurre en una zona rural de Florida de la que McGee no puede salir por orden del Sheriff local al ser sospechoso de asesinato. Ya sabéis, “no cruce las fronteras del condado”. La trama es ciertamente compleja pero fluye de forma natural, no forzada y es capaz de mantener el interés hasta el mismo final de la novela. En lo que parecía una tranquila y aburrida zona rural americana, se esconde una realidad bien diferente que vamos descubriendo poco a poco, gracias por supuesto al buen hacer de Travis McGee. No quiero entrar en más detalle para no desvelar nada que pueda arruinar vuestra lectura del libro, algo que si decidís hacer deberá ser en inglés dado que salvo error por mi parte, esta obra no ha sido traducida. En este sentido debo decir que es un inglés relativamente sencillo, sin giros coloquiales que compliquen su lectura.

Investigando un poco sobre la vida del autor, John. D. MacDonald, descubro que fue un escritor ciertamente prolífico. Desgraciadamente fallecido en 1989, sus setenta años de vida le permitieron escribir más de 500 historias cortas y casi un centenar de novelas completas pertenecientes principalmente a las categorías de misterio y ciencia ficción. Cuenta su biografía que una vez decidió convertirse en escritor profesional, pasó cuatro meses escribiendo 14 horas al día, siete días a la semana, perdiendo 9 kilos de peso hasta que por fin una editorial aceptó una de sus obras después de tener que soportar cientos de rechazos. Claramente un trabajador intenso y por ello la elección de la foto, que no podía ser otra que con nuestro autor delante de su máquina de escribir.

Si bien me ha entretenido la novela y no tengo dudas en recomendarla, debo decir que en el lado de las referencias culinarias (que siempre hacemos) la cosa es más bien pobre. Es cierto que la América profunda no es necesariamente la mejor fuente de inspiración gastronómica, pero como siempre, las menciones a la comida existen. Haberlas, haylas, aunque se limitan a filetes de vaca, un bocadillo de sardinas y una deliciosa hamburguesa. Y como ya estamos en temporada de barbacoas, os animo a que alimentéis a la tropa con estas últimas, las hamburguesas, y para que os queden como nunca las han probado antes, os aconsejo que añadáis un poco de esta mezcla a la carne picada. Les sorprenderá muy positivamente esta deliciosa mezcla de especias suaves que realzan el sabor natural de la carne.


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