Revista Deportes
Corría el minuto 115 de partido. De un partido que se había trabado por la actuación parcial del hombre del silbato (cuantas veces ha pasado esto en la liga española y ahora le molesta a todo el mundo) y por la enésima cabezonería del bigotudo del banquillo por hacer jugar al nulo sacando del terreno de juego a uno de los mejores jugadores que ha dado esta tierra, como es David Villa.
Ellos jugaban con 10 por la expulsión de Heitinga. Nosotros lo hacíamos con los mismos por desperdiciar un cambio.
Pero algo era diferente en nuestra selección. El niño Jesús jugaba de los nuestros. De hecho, al tener la suerte de ser sevillista siempre el niño Jesús ha jugado de los mios.
Seguramente se paró por un momento a pensar.
Imaginaría que los penaltis eran una opción demasiado arriesgada sin D. Andrés Palop debajo de los palos.
Pensaría que se corría demasiado riesgo con un Puyol que se comía todo lo que llegaba a su espalda.
Así que decidió, en el minuto 115 de partido, hacer otra de esas demostraciones de poderío y calidad a los que nos tiene acostumbrados por estos lares.
Cogió el balón en terreno propio y realizó una carrera contra la historia.
Contra una historia gafada por ciertos jugadores que felizmente han pasado la mala suerte a otras selecciones.
Contra la historia que afirmaba que ninguna selección europea había logrado el título en continente extraño.
Contra la historia que dice que a la tercera va la vencida y le tocaba a Holanda.
Nadie pudo parar al niño Jesús. Era una carrera ganada desde que el cuero se pegó a su bota.
El equipo naranja imploró para que alguien consiguiese de nuevo lo que habían hecho durante toda la noche. Para que alguna bota cortara de raíz esa carrera hacia la gloria. Sabían que el calvo del silbato poco mas haría tras señalar la falta.
Pero el niño Jesús había iniciado la carrera de su vida para culminarla.
Lo que vino después ya lo habréis leído, escuchado y visto en todos los medios informativos.
Iniesta de llevó la gloria (detallazo en la celebración) y Casillas y la Carbonero ocuparán mas minutos que la hazaña del niño Jesús.
Cuando la noche se cernía apareció el niño, el mismo niño Jesús en persona para abrir de par en par el camino hacia la gloria.