Hace un tiempo una obra de teatro en Chile, hizo aparecer a Arturo Prat, figura sacrosanta para los historiadores de Chile, que su gran acto de heroismo fue ser capitan de un barco pequeño frente al monitor peruano Huascar, en pleno combate saltar al barco enemigo y morir en combate... en Chile aún se recuerda, ese día es feriado y los niños se les inculca casi como un catecismo que él es el máximo héroe que Chile ha tenido.
Ese héroe fue representado hace un tiempo fue representado más tímido, con miedo, borracho y con tendencias homosexuales... más que sea cierto o falso... la obra fue criticada, atacada y boicoteada por diarios (ya se imaginarán cuales)... por los historiadores y por supuesto... por la armada... en un país que no va mucho al teatro, una obra con ésta temática fue prácticamente condenada por amplios sectores de la sociedad... en especial por los mayores... acostumbrados a los moldes que Chile nos ha ido esculpiendo para repetir como grabadoras cada año.
El juez Abrahamson (Erik Hell) es el encargado de revisar, para censurar una escena de una compañía de actores en que participa Hans Winkelmann (Gunnar Björnstrand) su esposa Thea (Ingrid Thulin) y Sebastian Fisher (Anders Ek). Al comenzar la primera cita con los tres actores, que no entienden bien el porqué de la cita, en un ambiente completamente cerrado (como será toda la historia). El censor desea prohibir una escena polémica de la obra que presentan, el rito que en ella se muestra es obceno, hipnótico y peligroso para los espectadores... al escuchar eso cada actor va reaccionando a su modo a las diversas acusaciones que el juez comienza a indicar.
las interrogaciones personales, a solas, que el juez realizará comienzan a demostrar las personalidades de cada actor, cada una se vuelve un juego sicológico, como si uno fuera víctima y el otro victimario... el problema es que no se sabe quién es quién?. Un juez insobornable contra una compañía perturbada en su interior que se rebela contra lo establecido e irreverente. Me ha tocado conocer a "artistas" que parecen llevar en su ADN el gen de la arrogancia y la superioridad, haciéndonos merecedores (nosotros los no artistas) de su desprecio por nuestra ignorancia, nuestra incomprensión y nuestro juicio por lo que algunos hacen... sin entender que su labor está hecha para que nosotros despertemos nuestras sensaciones... no para autosatisfacerlos...
Los interrogatorios son verdaderas batallas sicológicas en que entre el sudor del juez y las hirientes palabras de los actores, entre golpes, violaciones, llantos y gritos el ambiente se vuelve cada vez más oscuro, y por su parte la compañía se va trizando más, pese al objetivo común de destruir al juez. En un momento los tres actores deben realizar el "rito" que realizan en el teatro... entre golpes de piano y tambor, con capuchas, máscaras y símbolos fálicos comienza una ceremonia que estará marcada por la venganza.
Estamos lleno de arrogancias profesionales y de pertinencias, como cuando la corte suprema o el tribunal constitucional del país determina que la pastilla del día después es abortiva o no. Hay grupos que se encargan constantemente de darnos lecciones de moralidad, como si fuesemos niños que no pueden decidir por si mismos que es lo mejor para sus vidas. Esos grupos que hablan de defender la vida e interponen sus religiones a los demás... o que en nombre de Dios son capaces de decir y cometer las estupideces mas grandes... Por eso aborrezco la censura, porque es una arrogancia de la justicia contra el desarrollo de la imaginación... y peor, a veces las obras son mediocres... pero por lo que quieren censurar solo aumentan la propaganda.
Mientras leo las cartas que la gente "inteligente" escribe constantemente para pedir que se saque una obra inmoral, que se callé el curita que predica la igualdad o que nos censuren la imagen que una compañía de actores hizo de nuestro sacrosanto héroe... son los momentos en que me deprime la sociedad que hemos creado.
Saludos a todos
Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Riten en Wikipedia
4.- Escenas