España encajó en Río un maracanazo en toda orden, el mayor azote que ha
recibido en un partido oficial en la etapa de Vicente del Bosque como
seleccionador. El sueño de jugar en Maracaná y ante su hidalgo
representante derivó en una pesadilla. No hubo muestrario español, con
un equipo zarandeado desde el primer suspiro por un rival desbocado,
frenético, que se tomó la cita como una cuestión de estado mayor. Con el
cuchillo entre los dientes, Brasil descamisó a España, que, además,
padeció unas cuantas desdichas: concedió goles en minutos fatídicos, se
quedó a un centímetro del 1-1 en una jugada de Pedro, Sergio Ramos falló
un penalti ya con 3-0 y Piqué acabó expulsado, víctima de las diabluras
de Neymar. Una noche aciaga por completo para la selección española,
que se llevó un varapalo que no esperaba. Su inferioridad fue elocuente,
inopinada por lo bien que ha competido siempre este equipo. De todo se
aprende, y España puede hacerlo si hace la lectura adecuada y todo queda
en una jornada para el olvido, casual. Al ir a la lona, los verdaderos
campeones se levantan.
fuente; http://deportes.elpais.com/