Durante decenas de años en órbita alrededor de la Tierra, el Telescopio Espacial Hubble ha sido testigo de la enorme cantidad de satélites que se han lanzado al espacio. Algunos de esos satélites obsoletos o que han explotado han creado nubes de desechos espaciales de miles de partículas de todo tipo de tamaños.
El propio Hubble ha sentido el impacto de estos restos, acumulando pequeños cráteres de impacto en sus paneles solares que evidencian una vida larga y llena de acontecimientos en el espacio.
En 1993, hubo una histórica misión para arreglar el Hubble, se hizo para proporcionar al observatorio espacial una nueva óptica correctiva, así ahora podemos ver imágenes increíblemente nítidas del Universo. Mientras los astronautas estaban allí, reemplazaron los paneles solares del observatorio espacial. Uno de los paneles se desechó en órbita y luego se desintegró en la atmósfera terrestre, pero el otro se devolvió a la Tierra.
Esta fue una de las primeras oportunidades en la historia de la exploración espacial para ver el impacto de más de dos años en el espacio en un satélite en órbita. Se observaron cientos de cráteres de impacto en la superficie de solo una pequeña sección de la matriz solar, que van desde micras hasta milímetros de diámetro.
Nueve años después, los paneles solares fueron nuevamente reemplazados y regresaron a la Tierra esta vez habiendo acumulado casi una década de cráteres de impacto. Esa matriz se exhibe en el Centro de Tecnología de la ESA (ESTEC) en los Países Bajos.
El Hubble viaja a 7,6 km/s en relación con la Tierra, al igual que miles de pequeños fragmentos de escombros. Una gran parte de las colisiones entre los dos no ocurren de frente, sino en ángulo, lo que lleva a velocidades de impacto relativas de aproximadamente 10 km/s. Debido a que los paneles solares del Hubble ocupan una gran superficie, que mide aproximadamente 7×2 m, es más probable que se encuentren cara a cara con una gran cantidad de estos proyectiles.
El Hubble se enfrenta hoy a una amenaza similar de pequeños fragmentos de escombros a la que se enfrentó poco después de su lanzamiento. Si bien hoy en día todavía se crean partículas del tamaño de una micra, la atmósfera a esta baja altitud, 547 km sobre la superficie de la Tierra, también barre algunas de ellas.
Sin embargo, el riesgo de objetos más grandes lamentablemente también está aumentando. Los fragmentos de escombros que varían entre 1 y 10 cm de tamaño son demasiado pequeños para ser catalogados y rastreados desde el suelo, pero tienen suficiente energía para destruir un satélite completo. A la altitud del Hubble, la probabilidad de una colisión con uno de estos objetos se ha duplicado desde principios de la década de 2000, de un 0,15 % anual al 0,3 % actual.
De momento sigue entero y dando mucha ciencia, esperemos que sea así hasta el fin de sus días espaciales.
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