Revista Ciclismo

El Tour de 1992 (XX)

Por Rafael @merkabici


La situación subiendo el Iseran está bastante clara. Por delante Chiapucci abriendo un hueco por encima de los cuatro minutos. Por detrás de él persiguiendo en solitario, codo con codo, los a priori grandes favoritos para el Tour de Francia, que no son sino Miguel Indurain y Gianni Bugno. Entre medias viaja, con casi dos minutos de ventaja sobre el dueto un joven e impaciente Pascal Lino, que parece abrir hueco con facilidad, pero cuya pedalada no es tan fresca como seguramente desearía. Y por detrás de ellos una retahíla de corredores unidos en diferentes grupos, uno de los cuales presenta una composición tan destacada como Laurent Fignon, Perico Delgado y Stephen Roche. Los tres grandes de la segunda mitad de los ochenta viajan unidos camino del techo del tour. El cuarto grande, Greg Lemond, circula a más de quince minutos de la cabeza.

El gran Bobet dejó el ciclismo en la cima de Iserán

El gran Bobet dejó el ciclismo en la cima de Iserán

Chiapucci se introduce en los últimos kilómetros del Iseran flanqueado por paredes de hielo, en una estampa bastante extraña en el julio francés, y que aun resulta más chocante con los 42 grados que alcanza el termómetro en ese momento. Con el paso del tiempo Javier Mauleón declarará que esa de Sestrieres fue la etapa más dura que jamás había corrido, y achacará tal dureza no solamente a su recorrido, sino también al calor reinante que, según sus palabras, llegó a dejarle las nalgas en carne viva por el rozamiento y el sudor…

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Corona pues Chiapucci Iseran, a más de 2700 metros de altitud, con el casco sobre su cabeza y la secreta convicción de lanzarse en el descenso para aumentar lo máximo posible sus rentas tras más de cien kilómetros de escapada y otros tantos por caminar. Y Desgrange, nadie sabe dónde, sonríe saludando la gesta del italiano.

Lino está confiado en la subida al coloso

Lino está confiado en la subida al coloso

Detrás de él llega, a dos minutos y medio, el líder PAscal Lino, valiente y fuerte, pero seguramente demasiado osado en su ataque. Minuto y medio después que el francés de RMO, y a nada menos que 4 de Chiapucci, pasa el dúo formado por Miguel Indurain y Gianni Bugno, que aun se sienten con fuerzas para poner todo el asunto bajo control, pero que están viviendo una jornada muy diferente de la que esperaban. Su duelo, que debía ser cara a cara, es ahora contra Chiapucci, mucho menos talentoso que ellos pero que suplía sus carencias con coraje y valentía. Por detrás un cuentagotas de ciclistas agonizantes, totalmente exhaustos por el esfuerzo, que no acababan de comprender qué estaba ocurriendo en ese momento. El apocalipsis del Diablo en todo su esplendor.

En la bajada de Iseran, inmensa y muy complicada sobre todo en sus primeros kilómetros, Indurain decide dar otra vuelta de tuerca a la situación y fuerza la marcha, sabedor de que es mucho mejor que Bugno en los descensos. Juega el navarro con los nervios del italiano, buscando unir el desgaste mental al físico que les infringe Chiapucci. Y pronto, en el siguiente puerto, se podrá ver el fruto de su actuación.


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