Revista En Femenino

El vaivén de las olas, Isadora Duncan (1877-1927)

Por Sandra @sandraferrerv
El vaivén de las olas, Isadora Duncan (1877-1927)La belleza de la danza de Isadora Duncan no fue acorde con su vida. Una existencia marcada desde la infancia que terminó en un trágico y fatídico accidente. Convertida en mito a los 50, Isadora revolucionó la danza clásica de principios del siglo XX.
La niña que bailaba con el marEl 27 de mayo de 1877 nacía Ángela Isadora Duncan, la pequeña de cuatro hermanos de una familia de clase media alta residente en San Francisco. Su padre, Joseph Charles Duncan, era un importante banquero que, al poco tiempo de nacer Isadora, fue acusado de fraude bancario. En 1880 su madre, Mary Isadora Gray, se divorciaba de él.
Isadora, sus tres hermanos y su madre se trasladaron a vivir a Oakland, donde Mary mantuvo a su familia dando clases de música y de piano. Como los ingresos eran insuficientes, Isadora y su hermana mayor Elisabeth, pronto empezaron a ganar dinero extra dando clases de danza.
El encorsetamiento y el orden de la escuela no se adaptaban al espíritu libre de Isadora quien, por esos años, cuando aún era una niña de poco más de 10 años, dejó el colegio.
La pequeña mostró siempre un espíritu libre y un amor excepcional por el mar. Desde bien pequeña, en la bahía de San Francisco observaba los movimientos de las olas y los intentaba imitar con sus brazos, algo que formaría parte de su peculiar estilo en la danza.
La danza en los jarronesDespués de un breve periodo de dos años en la compañía de danza de Agustin Daly de Nueva York, en la que ingresó a los 17 años, Isadora y su familia marcharon a vivir a Europa. Ya en la gran manzana, Isadora había dado muestras de un estilo personal que terminaría de moldear en el viejo continente.
En Inglaterra, los jarrones de la Antigua Grecia expuestos en el Museo Británico, fueron una gran fuente de inspiración para la bailarina. Las mujeres allí pintadas sirvieron a Isadora para encontrar un estilo propio y diferente que pronto atrajo a la crítica londinense a pesar de suponer una ruptura total con la danza clásica de aquel momento.
La ninfa tristeLa fama de Isadora se extendió por toda Europa. París, Roma, Atenas, San Petersburgo, se rindieron a sus pies y la apodaron “la ninfa” de la danza. Miles de admiradores llamaron a su puerta iniciando una leyenda de mujer poco convencional, como su propia expresión artística. Isadora tuvo dos hijos naturales de dos padres diferentes, algo que no dejó indiferente a la sociedad tradicional de principios del siglo XX. Pero un dramático accidente ocurrido en París en 1913 terminó de repente con la vida de los dos. Su coche se precipitó al Sena.
El suicidio pasó varias veces por su cabeza pero su carrera la salvó. Isadora se volcó en su danza, sus alumnos y en diversas campañas benéficas en favor de los niños necesitados.
A pesar de haberse negado siempre a contraer matrimonio, el amor de un joven poeta 17 años más joven que ella, Sergei Esenin, la llevó a aceptar dicho compromiso tradicional. El carácter violento de Sergei y su adicción al alcohol terminaron pronto con su relación.
Isadora se reafirmó en sus ideas a favor del amor libre, su falta de creencias religiosas y su vida disoluta, algo que, a pesar de la belleza de su danza, terminó haciendo mella en su reputación.
La muerte en un chalOlvidada por sus admiradores, la gran bailarina que había revolucionado los escenarios, vio cómo su vida profesional declinaba a pasos agigantados. Pero poco sufrió su declive.
Isadora Duncan tenía 50 años cuando un fatal e incomprensible accidente terminó con su vida. Mientras daba un paseo por las carreteras de Niza con un amigo su chal rojo se enredó con los radios de una de las ruedas del coche. Antes de que el conductor se diera cuenta, Isadora moría estrangulada. Era el 14 de septiembre de 1927.
 Si quieres leer sobre ella
El vaivén de las olas, Isadora Duncan (1877-1927)Mi vida, Isabela Duncan
Género: Autobiografía
Gracias a Critina Gomez-Penna por darme a conocer a esta mujer excepcional.

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