Revista Arte

El verbo odiado en la sala cadavra de madrid: abriendo una nueva senda hacia el éxito

Por Asilgab @asilgab
EL VERBO ODIADO EN LA SALA CADAVRA DE MADRID: ABRIENDO UNA NUEVA SENDA HACIA EL ÉXITO
 

La exploración de uno mismo es el camino que nos lleva hacia ese lugar inaccesible al que llamamos alma. Atormentada en ocasiones. Luminosa en otras. Juez y parte siempre de todo aquello que nos remueve por dentro. Ecos que, sin duda, necesitan de la calma y la pausa para llegar a transformarse en algo material, como material es la sensación de tenue felicidad que nos proporcionan los objetivos alcanzados que, por arte del día a día, nunca son como los soñamos, pero que a pesar de todo son tan reales como la tierra para un náufrago. El Verbo Odiado siguen en la brecha, y lo hacen trazando nuevos caminos. Rutas de infortunio, muerte y auto reflexión si se quiere, pero son rutas que reproducen con una magnífica puesta en escena donde sus guitarras han abandonado el shoegazemás estricto para desplazarse hacia unos brillos plenos de vitalidad y magia que el productor de su último álbum, Carlos Hernández Nombela, ha sabido sacar de esas entrañas refugiadas en un pequeño pueblo de Huesca y, que ahora sí, han cruzado las fronteras de lo incierto para convertirse en reales como la verdad y la energía con las que acompañan el grupo a sus composiciones y directos. Ayer, la Sala Cadavra de Madrid estaba llena y lucía un SOLD OUT más que merecido, porque ya son muchos para los que no pasa inadvertido que El Verbo Odiado están abriendo una nueva senda hacia el éxito. Éxito plasmado en composiciones intensas, con letras tan intimistas como: «Me cuido tan solo para darte el último homenaje/ Guardar bajo mi piel tus dos mensajes/ Ve con cuidado no vuelvas tarde/ tengo claro que mi corazón es de un donante/ sin recordar la intervención recuerdo que lloraste/ soy lo que tú salvaste», de la canción homónima de su último disco El último homenaje. Letras que cabalgan sobre las grupas de unas guitarras plenas de matices casi mágicos y que representan muy bien el nuevo sentir de la banda, algo más luminoso si se quiere, pero sobre todo, muy contundente y acertado por la capacidad de conexión con el público. En este sentido, es una lástima que la banda no esté programada para ninguno de los múltiples festivales que se celebrarán a lo largo del año en España. Un veto inaudito y que nos sirve para ser conscientes de lo lejos que se encuentra el mainstreammusical del latido que se refugia en las salas alternativas de verdad, en las que ahora se está produciendo la auténtica renovación de la música indie, muy alejada de los mass media más obsoletos.

Ayer, El Verbo Odiado desglosó su último disco con la pasión de aquellos que ponen su corazón encima de la mesa. Quizá, por eso, Jorge Pérez, frontman del grupo comenzó la actuación en acústico y solo acompañado por su guitarra en el escenario bajo las notas de la canción El último homenaje, una declaración de intenciones que nos dejaba claro desde el inicio la nueva apuesta del grupo. Una apuesta más pausada a la hora de concebir sus temas, pero sin perder un ápice la intensidad y la fuerza que les caracteriza. Gracias a ello, pudimos disfrutar de unos juegos de guitarras plenos de nuevos movimientos que nos llevaban a espacios inexplorados y bellos en sí mismos. Movimientos que son todo un acierto en esta nueva concepción de su música. Y así, fueron sonando uno tras otro temas como Ahora o nunca, Mediocre (con un portentoso inicio de guitarras), A 23, La peor deuda: «El problema soy yo y no tú», donde de nuevo las intensas letras de Jorge Pérez se hacen con el eco de las canciones, Ejercicios musculares o Nada que celebrar, hit del grupo y que ayer, aparte de ser ampliamente coreada por el público, sonó mucho mejor con unas resonancias pop-rock que transmiten grandes sensaciones y la convirtieron en una canción enérgica, potente y única. Una mágica energía que se concitó también en canciones cono Funeralescon guitarras que suben y bajan sin parar, o como también ocurrió en Alcatraz «Si te vas no te molestes en volver» otro de los momentos álgidos del concierto. Un concierto que acabó con otro de sus grandes temas, La mancha, que esta vez acabó con un portentoso y largo final que hizo que los allí congregados disfrutaran mucho de su puesta en escena.

Para finalizar, en un bis de dos canciones, tocaron dos de sus canciones más emblemáticas. Empezaron con Fargo y acabaron con El odiado, muy reclamada por el púbico a lo largo y ancho de todo el concierto, y que devino en un delirio colectivo de saltos, coros y caras con amplias sonrisas. Un tema melancólico y psicodélico que nos recuerda más a sus inicios y que ayer lo plasmaron con una portentosa atmósfera plena de sensaciones y ritmos oscuros. Sin duda, El Verbo Odiado en su concierto en la Sala Cadavra de Madrid hicieron gala de esa transformación que todo artista debe buscar a la hora de iniciar nuevos retos. Retos que en esta ocasión, abren una nueva senda hacia el éxito.

Ángel Silvelo Gabriel.


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