Dice David Allen que una de las claves para trabajar sin estrés es ser consciente en todo momento de lo que estamos dejando sin hacer. O para decirlo en sus propias palabras, “uno sólo puede sentirse bien sobre lo que no está haciendo cuando sabe lo que no está haciendo”.
Desde luego, el argumento no carece de lógica. Si no somos conscientes de los compromisos que hemos adquirido, enseguida sentimos que no tenemos el control. Y eso genera estrés, mucho estrés. La cuestión es, ¿basta solo con saber los compromisos que no estamos cumpliendo para liberar ese estrés?
Cualquiera que haya sufrido alguna vez de procrastinación –y creo que ahí entramos la inmensa mayoría de la Humanidad–, sabe que eso no basta. De hecho, no hay nada peor, en términos de estrés, que ser plenamente conscientes de una tarea que hemos estado posponiendo de manera sistemática, y que probablemente vamos a seguir posponiendo –ya sea porque no nos motiva, porque nos resulta difícil o porque no tenemos los conocimientos suficientes para hacerla.
Mantener un registro de los frentes abiertos que no estamos atacando es solo el primer paso hacia el trabajo sin estrés. El segundo paso, yo diría quizá el paso más importante, es hacer un análisis serio y determinar claramente por qué están abiertos los frentes e, idealmente, hasta cuándo van a estarlo, al menos de forma aproximada.
Cuando somos conscientes de que hemos pospuesto una tarea, y además sabemos por qué y hasta cuándo, entonces empezamos a sentir verdadero control de la situación. Mientras tanto seguiremos teniendo la sensación de que nuestras listas de pendientes crecen y crecen, sin saber cómo ni cuándo las podremos desahogar. Y eso seguirá causándonos muchísimo estrés, casi tanto como no saber cuáles son nuestros compromisos.
Si tienes tareas que estás procrastinando sistemáticamente, determina cuál es la causa. ¿Es porque realmente no te interesan ni te motivan? Trata de delegarlas, o simplemente elimínalas. ¿Es porque no tienes claro el valor que pueden aportarte? Habla con tu jefe, o trata de tomar un poco de perspectiva del asunto. ¿Quizá no tengas los conocimientos para llevarlas a cabo? Entonces primero aprende las habilidades que necesites.
Sea cual sea las causas, después de determinarlas sabrás qué es lo que te detiene o lo que necesitas antes de seguir adelante. E inmediatamente te sentirás relajado, porque por fin habrás tomado una decisión al respecto: delegar las tareas, analizarlas en su contexto para ver si merece la pena llevarlas a cabo, ganar experiencia o conocimientos en alguna habilidad, o lo que sea.
Así que, para trabajar sin estrés tienes que saber lo que estás dejando sin hacer, pero también por qué –y quizá hasta cuando.
¿Tú qué opinas? ¿Crees que puedes trabajar sin estrés simplemente sabiendo lo que dejas sin hacer? Comparte tu opinión con nosotros en un comentario.