Revista Vino
Tenía para mí que el viñedo más alto de España era el de Barranco Oscuro, en la Sierra de la Contraviesa (en la Alpujarra granadina). Ellos mismos lo afirman en su web y probablemente sea cierto si acotamos la afirmación a la península. Porque, como bien apuntaba Jancis Robinson MW en un artículo sobre la "lucha" por el título de "viñedo más alto del mundo", ese "honor" tiene que ir a parar a las Islas Canarias. Robinson habla de viñedos a 5300 pies de altitud (sin especificar nombre ni posición), que nos situarían en los 1615 msnm. Descartemos cualquier posible récord más allá del europeo porque los viñedos andinos de los Colomé están sobre los 3000 msnm. Y concentrémonos en las Canarias. En mi último viaje, pude dedicar unos días a conocer más o menos a fondo algunas de las bodegas que más me interesan de Tenerife y de La Palma. Entre ellas, Tierra de Frontos, una bodega familiar (aunque en este caso, la familia sea grande: ni más ni menos que diez hermanos, los Luengo) en la carretera que va de Chimiche a Granadilla de Abona (DO Abona). Fernando Luengo es quien lleva la gerencia y el día a día de la bodega, y Pablo López Betancourt (un crack de la isla, con sorpresas escondidas, que ya irán saliendo) es su enólogo.
La charla con Fernando (que está en clara simbiosis con su tierra) empezó de la forma más o menos habitual, con un paseo por los viñedos más cercanos a la bodega y un vistazo a sus instalaciones. El paraje es bonito y diciembre, en Tenerife, manda mensajes casi de primavera perpetua, a tu cuerpo y a tu cerebro. Si no fuera porque las cepas han recibido también la orden de "descanses ustedes" (y ésta no llega tanto por el cambio de estación y de temperaturas, cuanto por la vendimia), uno no se daría cuenta de que estamos en otoño avanzado. Los colores dorados, ocres y rojizos de algunos pámpanos no engañan...Pasamos a una sala de catas, de hermosa luz cenital, y probamos algunos vinos. Yo llevaba en la cabeza su blanco ecológico, pero desconocía la sorpresa que se escondía tras ese vino. Un monovarietal de listán blanco, de 13% en 2012, serio, recio, estructurado, fresco y raramente terpénico (no suele ser así esa variedad). Pregunté a Fernando y me comentó que la uva pasaba una noche en cámara a 5ºC y que a la mañana siguiente, tras dos horas con las pieles, se prensaba y entraba ya al depósito para la fermentación. ¿Dónde estaba, pues, el secreto de ese listán blanco? En el viñedo me dije, tonto. El secreto de un buen vino siempre está en el viñedo.
A Fernando se le iluminaron los ojos cuando le planteé mi sorpresa ante la calidad especial de esa fruta y, sin más, me dijo que no podía marchar sin ver uno de los viñedos de los que salía la uva de ese vino. Que era algo muy especial y que, además, estaba a 1650 msnm. ¿¡Cómo!? No daba crédito. Recordaba la altura de Barranco Oscuro (sobre los 1300) y de inmediato nos pusimos de acuerdo para la excursión: ¿podía ser que, sin haberlo planeado, estuviera a punto de pisar el viñedo más alto de Europa? Un buen trecho, en 4x4, hasta Vilaflor (ya a 1300 msnm) y 8 km de pista bordeando, por su parte superior, la montaña Colorada (siempre serpenteando por la ladera sur del Teide), nos situaron en los Frontones. La foto superior no hace justicia a la solemnidad del paraje. Viñedos construidos como pirámides, muros de piedra seca en terrazas eternas, una encima de la otra, hechas por la mano del hombre con la ayuda de animales de carga y de labranza hace más de 50 años. Cada curva de nivel se aprovechó. Cada recodo de barranco se sembró. Y se llegaron a plantar 14 Ha como las que veis en esa foto. Estuvimos paseando casi una hora, la mayor parte del tiempo en silencio. Las parras tienen un porte rastrero, pero da igual porque la uva, por más que toque el suelo, no se contamina de hongo alguno: el sol, el aire, el clima y la tierra lo impiden.
Además de por la poda, la uitis uinifera a esta altura deja, casi, de ser rampante y la madera crece paralela al suelo. La producción, curiosamente, no es baja ni menor: las plantas se sienten a gusto en ese ambiente. El otro secreto está en el grano de la uva. La listán blanco de altura tiene un grano pequeño y ovalado, con un hollejo grueso y pepitas grandes. La pulpa de la uva (para mí) en ese lento proceso de maduración, tiene un contacto tan íntimo con hollejos y pepitas, que sale del grano con la maceración medio hecha. De otra manera no me explico un vino tan eléctrico, tan sápido y tan enérgico. Viene medio hecho de ese viñedo mágico, arrebatado de los pinares hace muchos años. Se ponía el sol y nos regalaba un atardecer homérico allí donde algunos hablarían de lotófagos y otros de atlantes. Saqué mi altímetro y medí: 1649 msnm, y quedaban algunas terrazas bastante por encima de nuestras cabezas. Calculé no menos de 1700 msnm. Quizás sea el viñedo más alto de Europa, en efecto. El detalle no tendría mayor importancia si el vino, como el paisaje del que nace, no tuviera un no sé qué muy especial: como siempre sucede, conocer los detalles de primera mano, pisando el terreno y hablando con las personas, te hace entender y sentir las cosas de otra manera.